Don’t look up es lo que dura

20.01.2022 13:41

Por Fausto J. Alfonso

 

Hay problemas con el candidato al tribunal supremo. En la casa de gobierno, un general vende snacks al menudeo. La máxima autoridad en Astronomía es anestesista. La presidenta de la nación es autoritaria y cholula. El jefe de gabinete es inepto y estúpido. Un posible héroe nacional no es más que un racista encubierto. Se venera la minería. Todo lo importante se minimiza y todo lo intrascendente se sobreactúa. Sin embargo, no se trata de un film de temática argentina, sino de Don’t look up, el típico producto norteño que actúa como trampa para abrir la discusión sobre la profundidad que se esconde tras su ligereza de tono.

Las líneas precedentes solo sirven para confirmar que en todos los lados se cuecen habas y que los valores morales han tocado fondo. Que la arrogancia de los políticos y la especulación del periodismo son moneda corriente en todas las latitudes. Que se salva el que tiene poder o plata. O contactos. Y que las teorías conspirativas, las miles de grietas impulsadas por las redes y el show de la ciencia-empresarial con “intenciones sociales” son comunes aquí y allá.

Don’t look up toca todos esos temas en clave de sátira de ciencia-ficción, con una superficialidad televisiva que impide que sus críticas varias terminen siendo incisivas. Su efecto dura lo que dura el film. En ese sentido, cumple. Así como cumple toda “película de palomitas” (como se refieren en el mismo film a Devastación total, una parodia de lo que estamos viendo). Es decir, entretiene y en el fondo tranquiliza. No es más que un film. Nadie saldrá del cine reflexionando sobre posibles cataclismos o los descerebrados que nos gobiernan; y no porque se trate de una comedia, sino porque es una apuesta abiertamente pasatista, revestida de una falsa preocupación. Punzante, pero hasta ahí.

Adam McKay es un cineasta de medio pelo, pero un respetado director de tv. Don’t look up confirma las dos cosas. No hay grandes méritos en términos narrativos ni de generación de atmósferas, pero el film está lleno de chucherías con las que ir entreteniéndose, mientras avanza esa trama que tiene que ver con un megacometa que va directo a impactar en la Tierra para no dejar nada de ella. El enfoque y el tratamiento de los temas son esencialmente televisivos, lo cual termina impregnando al film de la estética de la pantalla chica. De hecho, buena parte de la historia tiene que ver con un programa de tv, The daily rip, con sus conductores y con la dudosa veracidad de todo lo que ocurre en un set.

Es cierto que el director y guionista se burla de los fastos y pompas de sus coterráneos y que no hace ningún esfuerzo por favorecer a los personajes femeninos (un leve atisbo de incorrección política), más allá de que la doctora Kate Dibiasky (J. Lawrence) tiene una fortaleza moral que el personaje principal masculino no tiene. Pero, en el fondo da la sensación de que se termina riendo con aquéllos (coterráneos) y no de aquéllos. “Los estadounidenses somos esto y sabemos reírnos de nosotros mismos”, pareciera decirnos McKay. “Y no vamos a cambiar, porque así nos va bien”, pareciera completar. Y claro, es redituable.

El punto fuerte de la película son las actuaciones, aunque tratándose de personajes estereotipados interpretados por grandes estrellas, el mérito es relativo. Hay mucho de taquito, como se estilaba decir. A la solvencia de Di Caprio, Lawrence, Streep y Blanchett, hay que sumar secundarios de gran peso: Rob Morgan, como el doctor Clayton Oglethorpe (a los 47’, cuando unos policías blancos lo van a detener, mete el primer chiste sensato: “¡Sólo tengo más pigmentación que ustedes!”); Jonah Hill, el impagable hijo de la presidenta y jefe de gabinete, increíble referencia involuntaria (o no) a nuestros Máximo Kirchner y Santiago Cafiero; Mark Rylance, el gurú tecnológico de aspecto robótico y risita perturbadora; y el impagable Ron Perlman, como el coronel Benedict Drask, un Berni de otros tiempos (aunque Berni es de otros tiempos), que con un poco de voluntad puede conectar con los gays, pero aún se le hace difícil con los negros.

Don’t look up no descubre la pólvora ni abre nuevos caminos. Tiene fecha de vencimiento a los 138 minutos. Luego, queda reducida a poco. Como Carl Sagan a un pequeño muñeco de plástico.

 

Ficha:

Don’t look up (EEUU, 2021, 138'). Dirección y guión: Adam McKay. Historia: A. McKay y David Sirota. Música: Nicholas Britell. Fotografía: Linus Sandgren. Intérpretes: Leonardo Di Caprio, Jennifer Lawrence, Mery Streep, Cate Blanchett, Jonah Hill, Rob Morgan, Mark Rylance y Ron Perlman.