Mordaz retrato sobre la autodestrucción

06.06.2017 10:27

Por Fausto J. Alfonso

 

 

Relato en fiel simetría pone al descubierto la inconciencia -cada vez más colectiva- de pretender ser otro; el ajetreo y la alienación que supone el camino para lograrlo; y los descabellados resultados finales a los que se arriba, de los cuales, generalmente, no se puede volver.

El primer punto fuerte de la propuesta es su síntesis. Luisa Ginevro, ideóloga del asunto, ha logrado condensar en los minutos exactos (alrededor de 45, quizás, no importa) un recorrido/proceso complejo que va del lavado de cerebro individual a la producción en serie de freaks. En el trayecto, el individuo inicial se va diluyendo y pasa a formar parte de un colectivo que apuesta a un mismo y pernicioso ideal estético.

El segundo punto fuerte son las actuaciones de la propia Ginevro y de Sol Gorosterrazú, trabajando con precisión el timming de esa transformación desde una mímica irónica, mordaz pero igualmente sutil, que no apela a repeticiones obvias, efectismos o golpes bajos. Aunque expertas en danza contemporánea, las intérpretes utilizan aquí sus capacidades y entrenamiento para transformar a sus personajes en verdaderos rompecabezas humanos que cambian permanentemente de apariencia en un pone y saca descontrolado de piezas que nunca terminarán de encajar. Nunca.

El tercer punto fuerte (aunque esta enumeración no implica ningún orden de mérito) es la banda sonora y su edición. Es ella, como tercera protagonista, la que encarna la dictadura de la estética, reuniendo en sí todos aquellos discursos que provienen de distintas “fuentes confiables”.

Ese audio comienza de un modo… diríamos… apacible, con una entrevista que ironiza sobre las múltiples exigencias que acosan y acotan a la bailarina clásica. Pero de a poco, se irá transformando en un bombardeo de mensajes donde la publicidad, los medios de comunicación, la tecnología, la ciencia, la cosmética, el deporte, la medicina y la nutrición “aportan” sus deleznables visiones de cómo hacer para, en definitiva, dejar de ser uno y sentirse mejor (¿?). Todos estos discursos primero se yuxtaponen, luego se superponen y finalmente terminan mezclándose en un verdadero zafarrancho (primera palabra a recuperar) cuya esencia es la contradicción (lo que uno te hace poner, el otro te lo hace sacar, en ambos casos sin mayores fundamentos).

La selección de audios es excelente, porque todo el tiempo nos pone a prueba: ¿Son auténticos? Si son tan absurdos, ¿por qué, al mismo tiempo, son tan verosímiles? ¿Son auténticos porque son verosímiles? ¿O son verosímiles porque son auténticos?

El cuarto punto importante es el uso creativo (resignificado en algunos casos) de los objetos y materiales que manipulan las actrices en este proceso de descomposición y autodestrucción. Cintas, adhesivos, algodones, telas, papel film, push up, lencería (alguna vez pensada para ser erótica, pero que deviene grotesca), etc.

El quinto (y último) punto importante es cómo esos objetos, aquellos audios y estas dos mujeres que accionan y deciden frenética e indiscriminadamente hasta convertirse en un mamarracho (segunda palabra a recuperar) para colmo cruzado con reina vendimial, logran congeniar en el sarcasmo y consolidar una obra sólida, que habla del pegoteo pero a la que no se le notan los pegotes.

Estos cuerpos intervenidos, que aspiran a una simetría eternamente esquiva, y que terminan siendo patéticos deudores de la francesa Orlan, prueban, una vez más y por si aún hacía falta, que la búsqueda de la identidad a través de lo exterior conduce indefectiblemente a la pérdida de la identidad. El cine estadounidense es un buen ejemplo. Ya todas las actrices se parecen entre sí. No queda otra que leer los créditos para enterarse del reparto.

Bueno, sin ir más lejos, en un té de señoras de barrio privado mendocino nos puede pasar lo mismo. Con la desventaja de que allí no hay créditos y uno tiene que tantear un “¿vos eras…?” mientras a ella se le triza la cara de porcelana.

 

Ficha:

Relato en fiel simetría. Idea y dirección: Luisa Ginevro. Intérpretes: Sol Gorosterrazú y L. Ginevro. Banda sonora y edición: L. Ginevro. Música original: Gastón Taylor. Escenografía: Eduardo Spindola. Iluminación: Eduardo Maggiolo. Diseño gráfico: Sailor Design + Elisa Ginevro. Asistencia de dirección: Santiago Borremans. Sala: Nave Cultural (2). Función del 04-06-17.