Multiverso a la carta

21.03.2024 11:40

Por Fausto J. Alfonso

 

Uno podría pensar en algo propio de su generación. Sin embargo, mejor pareciera ser que se trata de una característica personal, de algo que la ha venido acompañando desde siempre. Su entusiasmo –porque a eso nos referimos- no deja de resultar llamativo en este tránsito sostenido que los mendocinos llevamos hacia el desapasionamiento. Daniela Funes (25) no se enrola en ningún decaimiento generalizado. Al contrario, motoriza proyectos inusuales para la época, contra toda parálisis o indicios que llamen a esperar un mejor momento.

Así es como esta actriz y directora, profesora y licenciada en Teatro, cultora de la biomecánica, se embarcó en un ambicioso montaje que se estrenará el sábado 6 de abril en la Casa de la Cultura y la Memoria (Lavalle 88, Godoy Cruz). Propuesta de singulares características que se repetirá (igual hora, mismo lugar) el resto de los sábados de ese mes.

Se enteró, y le pareció curioso, que el texto que la sedujo había sido estrenado allá por el 2002 (cuando ella “apenas era un bebé”, suelta) en el marco del Seminario de Producción y Registro de la Licenciatura de Arte Dramático, en la Facultad de Artes y Diseño de la UNCuyo, de donde la artista egresaría dos décadas más tarde.

Tus deseos en fragmentos, la obra en cuestión, es una creación del prestigioso dramaturgo, director y gestor chileno Ramón Griffero S., de quien en nuestra provincia también se ha podido ver, hace ya varios años, Río abajo, con dirección del propio autor. Un creador que permanentemente buscar experimentar tanto con las temáticas como con los textos que le sugieren aquéllas y con el espacio donde se mueven los cuerpos (la citada Río abajo es un ejemplo concreto en el que los mendocinos pudieron constatar esas características).

A Daniela Funes se le hizo irresistible Tus deseos… y decidió plasmar el texto a partir de lo primero que le sugirió: un formato que ella denomina Museo de Artes Escénicas y que le permitirá al espectador deambular por distintos espacios optando qué quiere ver. Y no solo ver.

No son pocas las fichas que se juega Daniela: 21 intérpretes (más técnicos y asistentes) esparcidos en once espacios distintos (el salón de lo imposible, el de los miedos, el del ser, el de las cartas de amor…). Multiplicidad de estéticas y disciplinas. Un circuito de recorrido arbitrario para el espectador y un montaje que mezcla características de living movie, teatro itinerante, feria de variedades y tableaux vivants. Apelación a todos los sentidos y habilitación de la tecnología. Rasgos de puesta inmersiva y… todo ello para intentar responder “¿Qué es el deseo y hacia dónde nos lleva?” O sea, un montón. Una especie de multiverso a la carta.

Pero, rebobinemos un poco la tarea de esta artista que en pocos meses volverá a Italia (estuvo en 2023) para seguir perfeccionándose en biomecánica. Veamos qué la llevó a dirigir desde tan temprana edad: “A mí la dirección siempre me ha atravesado. Aparte de actriz, soy docente teatral. La docencia inevitablemente te lleva a preguntarte cómo enseñar y cómo hacer que otro haga teatro. Entonces, la dirección me agarró primero por ese lado, el de la docencia. Y después, porque soy muy inquieta y no puedo dejar de estar en todos los lugares. Como actriz lo trato de inhibir, pero a veces quiero saber qué decisión va a tomar el otro, cómo me está pegando la luz, etcétera. Llevaba muchos años cuestionándomelo. Una de las últimas materias que rendí en la facultad fue Práctica de Dirección. Desde entonces empecé a sentir la misma vocación, igual de potente, que la que me llevaba a actuar. Pero con esta idea de estar desde afuera, creando una historia y tomando las decisiones necesarias para que transcurra. Primero me lo propuse desde un lugar artesanal y pequeñito. Con Los cuatro cubos tuvimos un año y medio de trabajo creativo y de ir aprendiendo a tomar decisiones. A diferencia de ahora que siento que me lancé a una pileta. O a un océano. Aunque hoy en día no me defino como una directora teatral. Siento que estoy un proceso de aprendizaje en la dirección, con mucho por recorrer y aprender”.

Después de Los cuatro cubos tuviste una co-dirección en Malditas

Ahí hice la dirección de movimiento, lo que en la danza es la coreografía. Con la compañía La Monarca empezamos a trabajar este género que llamamos dramaturgia corporal y que busca que el cuerpo narre por sí solo. Para esto necesitamos nuevos roles. En Malditas estaba Celeste Álvarez como directora general. Necesitábamos dirigir el movimiento. Así surge esa figura, que implica tomar las decisiones de la dirección, la puesta y todo lo que sucedía en base al movimiento que las chicas tenían que hacer. Eran 10 u 11 actrices. También allí empecé con la idea de trabajar con mucha gente.

¿Ahí surge tu deseo de hacer Tus deseos en fragmentos?

Cuando estaba buscando y estudiando material sobre teatro latinoamericano, me encontré con la obra y leí la primera frase del autor. Que dice: “Todas las escenas podrían estar sucediendo al mismo tiempo”. Necesito hacerla, me dije, sin haber alcanzado a leer la historia. La imagen me despertó las ganas. Ese fue el impulso. Por lo que he averiguado, en Latinoamérica se ha hecho siempre como una sucesión de escenas. Creo que hubo solo una en la que se planteaba simultaneidad. En el escenario ocurrían varias cosas a la vez, que se iban destacando con juegos de luces, por ejemplo. Pero, en un teatro a la italiana y con un público sentado.

¿Vos tomaste literalmente la frase inicial?

Exacto. Pero, por otra parte, si bien nosotros hemos pedido autorización al autor y usamos el título, no estamos haciendo cien por ciento Tus deseos en fragmentos. Porque hay escenas agregadas, nuevos textos. Lo que hacemos es tomar las temáticas que propone Griffero con algunos de sus textos y, con esta idea que él propone apenas comienza la obra, para poder llevar a cabo un evento. Que yo no llamo obra de teatro. Es un evento artístico que involucra muchas cosas.

Entonces lo que veríamos son distintas escenas que ocurren en ámbitos diferentes mientras el espectador se traslada. ¿Cómo hace para optar? ¿Hay alguna sugerencia o guía? ¿O solo apela a la intuición o al azar?

Mi primera decisión como directora fue apuntar a un público totalmente independiente. Un público activo, que esté tomando decisiones. Quiero que todo el tiempo la obra que vayan a ver dependa de lo que decidan. Siempre van a tener opciones y algunos caminos quizás más marcados que pueden o no seguir. Al inicio les voy a dar una entrada que lleva el nombre de uno de los salones. Cada uno va a recibir un nombre diferente, como para que tenga por donde empezar. Marco el punto de inicio, pero después cada espectador va a poder elegir lo que quiera. Otro dato es que quiero jugar con la tecnología. Voy a aprovechar mi generación y lo que propone. Por ejemplo, un programador está trabajando en un filtro de Instagram, de esos que te dicen al azar una frase, para que la gente pueda sacarse una foto que le diga que salón poder ver. Algo que podrá usar o no. La idea es que haya diferentes juegos y maneras para proponerles ir por un lado o por otro.

En la última Fiesta Nacional del Teatro, en Catamarca y La Rioja, fue fuerte la presencia de la tecnología en muchas obras, aunque en no todas las ocasiones se justificaba y a veces quedaba solo como un efecto de moda o un guiño generacional.

Particularmente soy muy meticulosa. No lo puedo evitar. Todas las decisiones que se han tomado están pensadas milimétricamente. En cuanto a lo tecnológico… lo primero es no luchar contra el instinto que ya existe. Me propuse hacer un Museo de Artes Escénicas…

Perdón, ¿así has bautizado a tu propuesta?

Sí. El año pasado tuve la posibilidad de viajar a Italia. Visité muchos museos y empecé a analizar, como buena teatrera que tiene que estar todo el tiempo con los ojos activos, lo que hace la gente cuando entra a un museo de artes visuales, en general. Esto es anecdótico. No sé si te sirve. Pero fui al museo de Da Vinci, literalmente a ver solo La última cena. Está lleno de salones y de cosas. Pero fui a ver eso solo. Me quedé analizando. No sé si estuvo bien o mal. Hay gente que se va a quedar dos horas viendo todo y otra que solo verá una cosa. Me parece interesante porque tiene que ver con la elección de cada uno del ver y hacer. Ahora, volviendo a la tecnología. En un museo, entro y me saco una foto con La última cena. Es como algo que forma parte de la generación actual. En esta propuesta, que no es una obra de teatro convencional, no quiero arrancar diciendo apaguen sus celulares. Si no, saquen las fotos que quieran. Esto es un museo. ¿Quieren sacarse una foto delante de los actores actuando? ¡Háganlo! ¿Quieren publicarlo en las redes? Hemos creado filtros para que podamos jugar con la tecnología en esta era fragmentada. También para que puedan elegir a qué salón ir. Hay un salón particular, el del chat, donde van a poder leer historias a través del chat de whatsapp o entrar al chat de un desconocido y ver historias. Les vamos a mandar un mapa de los salones a través del celular. Es decir, la tecnología está. No hay que negarla. Si van a estar con el celular, úsenlo a su favor y no a escondidas.

Las gacetillas de prensa hablan de un espectáculo multisensorial. ¿Por dónde pasaría? ¿Habrá una especie de sobre estimulación?

¡Jejeje! Creo que la palabra… sobrestimular… Sí… puede ser así la propuesta. Pero en esto de que cada uno elige, ve con qué estimulo quedarse. Habrá gente que querrá estar en todos lados a la vez y otra que se va a quedar con algo. Con multisensorial me refiero a que no quiero un público que se siente a ver una escena, sino que este todo el tiempo activo. Y no me refiero solo a que esté eligiendo los salones. Sino a la posibilidad de ser parte del museo. No solo podrá observar, sino que habrá, por ejemplo, un salón -el de los sabores- donde podrá degustar cosas que hemos decidido que tienen que ver con la temática del deseo. En otro salón va a poder escribir, o leer, o escuchar un texto...

El evento nuclea artistas de distintas generaciones y disciplinas. ¿Cómo has hecho para ensamblar todo?

La propuesta de este Museo de Artes Escénicas es que habrá un montón de historias siendo contadas con códigos diferentes. Como espectador puedo elegir entrar al salón de Así sucede y así deja de suceder, donde estarán Eugenia Videla y Claudia Racconto haciendo una escena de Griffero desde una estética realista. Pero también estará el lado B del mismo salón donde Raúl Ricardo Rojas y Lisa Rule, que es una bailarina, estarán haciendo la misma escena en versión danza teatro. Hay un salón con solo una bailarina, otro con cinco actrices, otro de micro teatro donde un actor trabaja para uno o dos espectadores, algunos espacios con música y otros no... Todos con distintas temáticas vinculadas al deseo y distintas estéticas. Por suerte el espacio nos acompaña y la propuesta multidisciplinaria pasa por ahí, por la identidad de cada salón,

¿Cómo elegiste el lugar? ¿Te lo ofrecieron? ¿Lo buscaste?

La Casa de la Cultura y la Memoria fue el lugar donde ensayábamos Los cuatro cubos. Hacía rato que quería hacer algo ahí. Si bien ensayábamos en uno de los salones, cada vez que iba me perdía entre los otros salones y pensaba en lo buenísimo que sería poder ocuparlo todo. Cuando me encuentro con la obra de Griffero, fue el primer lugar que se me pasó por la cabeza. Por suerte pude hablar con la gente de Cultura de Godoy Cruz, que nos apoyaron y nos han prestado el espacio. Siento que siempre la opción fue hacerla allí. Se usa todo el lugar y cada una de las escenas está pensada para cada espacio.

¿Pensás que este tipo de propuestas es una salida viable o atractiva para seguir explorando o para arrimar más gente al teatro? ¿Tiene más que ver con un espectador contemporáneo, acostumbrado a otro tipo de estímulos diferentes a los del teatro tradicional o a la italiana?

¡Qué difícil pregunta!

Digo porque el teatro, o las artes escénicas en general, siempre llevan las de perder frente a lo audiovisual, y hoy lo audiovisual se ha multiplicado enormemente.

No creo que el teatro vaya a terminar siendo de esta manera ni que sea una vía a la que vaya a apuntar. También, es muy difícil reunir a tanta gente para trabajar. Sí creo que puede ser una nueva rama, pero que todavía necesitamos del teatro convencional, necesitamos del silencio y de las cajas a la italiana. Creo que puede ser una nueva oportunidad. Acostumbrados a los estímulos constantes, podemos acercar al público también desde este lugar. Y acercar a la diversidad, en todos sus formatos. No solo a la diversidad de géneros y edades, también estéticas, disciplinas... Creo que el público necesita más posibilidades y mientras más posibilidades les demos más posibilidades hay de que ellos vengan. Es mi sensación. Pienso que es una buena alternativa para atraer a los más jóvenes, a los adolescentes, a la gente que no le llama la atención el teatro o todavía le parece algo aburrido, digamos.

¿Qué te llevó a especializarte en el teatro físico?

Me enamoré del teatro físico en la facultad. Eso es seguro. Tuve la hermosa posibilidad de trabajar muchos años con Celeste Álvarez, que aparte de ser una gran amiga es una gran maestra. Trabajar con ella me hizo empezar a estudiar Suzuki, biomecánica, y darme cuenta de esa pregunta que nos hemos hecho los actores por tanto tiempo acerca de cómo hay que hacer para tener presencia escénica. Mi respuesta a eso siempre fue el cuerpo. Es inevitable que la mirada del espectador no se dirija hacia un cuerpo presente. Creo que todo lo demás, el buen decir, la emoción, etcétera, hace, pero para mí es muy importante la presencia del cuerpo. Es decir, comencé desde un lugar de estudiante, de seguir a los maestros y después fueron todo el tiempo las respuestas a mis preguntas.

¿El teatro físico es apropiado para trabajar frente a todo tipo de temas? Pienso que en Los cuatro cubos trabajabas sobre el poder. En Malditas, los vínculos entre mujeres. Ahora, el deseo…

Creo que sí… (Se detiene). Aunque ahora estoy pensando si hay algún tema que no... El teatro físico sería el cómo, sería el medio para expresar algo. Mucha gente no termina de entender esto del teatro físico y dice que, en definitiva, en cualquier teatro usás el cuerpo. Pero cuando yo me refiero a teatro físico me refiero a un teatro que parte desde el cuerpo. Es el motor inicial. Después de eso viene lo demás. Entonces… creo que sí, que cualquier temática puede partir desde el cuerpo. Volviendo un poco a esa idea de los clásicos en el sentido de que siempre el teatro va a tratar sobre lo inherente al ser humano y no hay tema del ser humano que no atraviese nuestro cuerpo.

¿Aparte de ser una técnica, es una estética en sí mismo? ¿O las dos cosas al mismo tiempo?

Puede ser, pero hay que diferenciar. Aquí me pongo en modo nerd. Prefiero usar los conceptos de Eugenio Barba acerca de lo pre expresivo y lo expresivo. Él dice que hay un momento pre expresivo y otro expresivo. Cuando hablamos de teatro físico hablamos de uno que en su pre expresividad tiene técnica. No existe “la” técnica del teatro físico, sino que hay diferentes técnicas para él. La biomecánica es una y me dedico a esa. El Suzuki es otra, la danza butoh es otra y así.  Cada quien con su técnica. El tema es entrenar el cuerpo para. En cuanto a lo expresivo, lo que llega al público, ahí sí creo que podríamos tomarlo, no sé si como una estética única… (Ahora medita un rato). Mi estética en Los cuatro cubos muestra un cuerpo extracotidiano y extraño, pero hay obras de teatro físico un poco más cotidianas en lo corporal. Hay muchas estéticas que pueden derivar del teatro físico. Volviendo a Tus deseos…, tengo diez salones con diez escenas y géneros diferentes. Todas parten desde el cuerpo, incluso la más realista. Todas con estéticas distintas. Lo mismo es una pregunta para seguir pensando. Te la robo y me la llevo para mi tesis de doctorado. Es una temática que me encanta.

Ahora que todo es, pretende ser o te lo quieren vender como “inmersivo”, ¿Tus deseos… también lo sería o tiene esa aspiración? ¿O por momentos lo sería?

Creo que en esta idea de que se trata de un evento, el espectador va a entrar y eso ya va a ser inmersivo. Pero no en la parte teatral. No hay escenas en las que se involucre al espectador, más allá de la sensación de cercanía. En todo lo demás, en lo multisensorial que hablábamos recién, va a ser inevitable que el espectador no se involucre por distintos motivos. El mismo hecho de pasar de una escena a la otra puede transformarse en inmersivo. Y desde las decisiones que vaya tomando. Porque, te cuento que las escenas duran diez minutos. Si el espectador quisiese ver completas todas necesitaría 100 minutos. Sin embargo, el espectáculo en total dura 50 minutos y las escenas son simultáneas. Cada una se repite, cada diez minutos, en loop. Entonces, la sensación de inmersivo también tendría que ver con elegir qué ver, qué no y en qué orden.

Una buena estrategia de marketing para que vuelvan a ver lo que no eligieron la primera vez.

¡Por supuesto!

 

Ficha:

Tus deseos en fragmentos. Idea, producción y dirección general: Daniela Funes. Dramaturgia original: Ramón Griffero S. Textos añadidos: Imposible, de Oliver Kozlov; Yo no quiero ser recuerdo, de Elvira Sastre; Historia de un amor, de Cristina Peri Rossi; Hubiéramos y La eternidad es larga, de Daniela Funes. Intérpretes: Raúl Ricardo Rojas, Liza Rule Larrea, Guadalupe Richard, Ana Liceaga, Franco Carletti, Sebastián Becette, Gabriela Céspedes, Lucia Gómez Diez, Francesca Scordo Lara, Fabiana Fara, Lucas La Rosa, Abril Capitani, Agustina Gonzalez Mallea, Nicol Escorihuela, Victoria Bernal, Ileana Bosio Lamená, Julia Videla Bordín, Claudia Racconto, Eugenia Videla, Natalia Polo y Emiliano Politino. Actriz de voz: Silvia del Castillo. Coach vocal: Gabriela Catulo. Música original: Franco Cicarilli. Difusión y redes sociales: @biomecanica.teatral.arg. Estreno: 6 de abril a las 21 en La Casa de la Cultura y la Memoria (Lavalle 88, Godoy Cruz). Repite 13, 20 y 27.

 

Imágenes: Daniela Funes (arriba) y fotos de distintos momentos (ensayos) de Tus deseos en fragmentos.