Van Gogh inmerso en el fraude

20.01.2023 16:19

Por Fausto J. Alfonso

 

MENDOZA. Los gobiernos provinciales -de cualquier signo político- nunca se han llevado bien con la Cultura, se escriba ésta con ce mayúscula o minúscula. Menos aún en verano, cuando Mendoza se sofoca y se abisma en la nada misma. El actual gobierno, con sus veranos, no son la excepción. Carece de criterio e ideas para atraer a mendocinos y turistas con una oferta cultural digna. Sí, le van bien los golpes de efecto, especulando con la presunta ignorancia de buena parte de la población, a la que con un poco de marketing se la puede arrear hacia algún evento que promete tanta espectacularidad como calidad, además de un compromiso con la cultura profunda (y también legitimada).

En 2022, sin ir más lejos, la Provincia en complicidad con el Instituto Nacional del Teatro-Representación Mendoza, decidió abrir la Fiesta Provincial del Teatro con un “no espectáculo” protagonizado por Ana María Picchio. Un engendro que resultó un fraude como propuesta, más allá de lo insólito de la elección en sí. Se quiso hacer pasar gato por liebre, pero todo quedó al desnudo rápidamente. Las críticas no tardaron en llegar y, entre otras delicias de la tolerancia, gente “anónima” pidió el cierre de este blog. Del monstruo nadie se hizo cargo, amparándose en el rótulo de la “co-gestión”.

Ahora, con el 2023 en pañales, todos los reflectores apuntaron hacia el Auditorio Bustelo, donde se desarrolla la muestra Van Gogh Inmersive Art Experience. Una propuesta escolar que muchos confundieron y confunden con Imagine Van Gogh o con Meet Vincent Van Gogh, que en 2022 se pudieron ver en La Rural y en el Campo Argentino de Polo, respectivamente, asombrando a miles de espectadores y cosechando excelentes críticas. Ambas van recorriendo las más importantes capitales del mundo. Y a su sombra, unas cincuenta muestras se cuelgan a la idea de aquéllas, solo para generar pálidos reflejos.

Provincianos al fin (concepto que en el peor sentido refuerzan los gobiernos con sus actitudes y decisiones) nos hemos tenido que conformar con esta aproximación a la obra del pintor, que bien podría funcionar como una buena actividad complementaria durante la época de clases. Pero estamos en enero. Y lo inmersivo está en el calor que hace.

El circuito de la muestra arranca con un puñado de cuadros (está de más decir que son copias, ¿o no?) complementados con textos biográficos/anecdóticos. Nada del otro mundo. Prosigue con un gran espacio en cuyas cuatro paredes y piso se proyectan obras del pintor y motivos desprendidos de su obra. La calidad de las imágenes es buena, el loop funciona y el audio también. Pero el espectador no deja de ser tal. No “vive en” ni “pasa a ser” parte de la obra. Solo especta. Hace 30 años, Kurosawa, con su corto Cuervos, se aproximó más a la idea (y hablamos de cine 2D).

Para rematar la vedette de la temporada, en otro espacio esperan “3 atracciones 3”. Escenografías que recrean cuadros famosos, para que la gente se integre a ellos y se saque fotos (ideal para cholulos); máscaras de realidad virtual para “meterse” en La noche estrellada (fundamental para geeks); y acrílicos con relieves para que el público haga sus propias reproducciones en papel a fuerza de mover un crayón (indispensable para artistas frustrados). Todo esto presentado de una manera desabrida, intrascendente. No como el costo de las entradas, que trascienden lo imaginable. Según Diario Los Andes (15-01-2023), una funcionaria de Cultura (no aclara quién) dijo: “En un momento, una chica al lado mío estaba tan emocionada que se le corrían las lágrimas”. ¿Habrá sido por la relación precio-calidad?

A pocos días de inaugurada, a la gente bienpensante se le ocurrió acompañar la muestra con Los jardines de Van Gogh, una propuesta gastronómica en los espacios verdes aledaños al Bustelo. Amenizada, eso sí, con juegos, música y sorteos, ya que el universo Van Gogh es muy amplio. Y caro, siempre caro. Esta iniciativa complementaria es un ejemplo más de ese maridaje siempre forzado y mal llevado que es Turismo+Cultura. Ni chicha ni limonada.

Algunos últimos asuntos, no menores, relacionados con Van Gogh Inmersive Art Experience. La muestra carece de guías y/o informantes. Éstos (un grupo de jóvenes que deambulan en grupo por el hall del lugar) se limitan a decir “el recorrido es libre”. Además, no hay catálogo. Y, para cerrar, no hay seguridad de ningún tipo, lo que prueba que no es demasiado valioso lo que hay allí. Por esto y por todo lo anterior, decir que Vincent se cortaría la otra oreja si viese su muestra no es ninguna exageración.