Albañiles: Un inquietante golpe de fortuna

07.09.2024 14:18

Por Fausto J. Alfonso

 

Estar en un lugar y un momento equis puede implicar casi en simultáneo un golpe de suerte, un dilema ético y una trampa mortal. Según para qué lado decante la cosa, ese lugar y ese momento podrán calificarse de oportunos o no. Y en esas andan, viendo hacia dónde va la aguja, un curtido albañil y su desganado ayudante (tío y sobrino) en esta propuesta de acción concentrada y visceral que de modo lúcido reflexiona sobre la fortuna (en más de un sentido) y que tiene en la potente actuación de Marcelo Díaz uno de sus puntales.

En el marco de una puesta esquinada, arrinconada, y que a su vez empuja lo intimista hacia el espectador, los albañiles hacen su trabajo en una casa de un paraje absolutamente inhóspito. Aislados de todo y todos, solo reciben uno que otro llamado –siempre defectuoso- de la dueña del lugar o del patrón, atinadamente bautizado Severo. Entre picoteos por temas familiares y ritos y rutinas propias de la especialidad, el dúo vive el paso del tiempo sin mayores sorpresas, hasta que, de pronto, el vuelo rasante de una avioneta presagiará un cambio importante en sus vidas.

Desde allí, la extraescena pasa a tener tanta importancia como la escena, y el director Cristian Di Carlo la explota adecuadamente, al máximo. La trama pega un giro rotundo. Un hecho en particular, que sería dañino revelar aquí, descubre nuevas aristas de las personalidades de estos dos hombres y lleva la relación hacia terrenos no imaginados, siempre en el marco de un realismo que se torna desesperante para ellos.

Ramón, el tío, encuentra en Díaz al actor ideal: su actitud física, propia de un laburante esforzado, y su particular y rico modo de hablar (en términos de muletillas, modismos, acentos y argumentaciones) nos acercan a un hombre responsable y perseverante, que transparenta honestidad, y cuyas pretensiones y sueños se ajustan a la medida de sus posibilidades. No deja de ser gracioso y tierno que su aspiración haya sido ser empleado de una ferretería, para así disfrutar tener todos los materiales a mano. El actor pasea a su Ramón por distintas emociones, algunas verosímiles, otras disparatadas, pero esquiva la caricatura. Se pone a metros, juega con la posibilidad, pero no se deja tentar.

Por su parte, el Miguel de Nicolás Nime es el referente de una generación con otras ideas, valores y aspiraciones, desencantada de las tradiciones y desnuda de vocaciones. Su bondad consiste -nada menos- en no dañar al otro, trabajar lo menos posible y esperar algún milagro. El intérprete hace crecer a su criatura con el paso de los acontecimientos y termina por convertirse en el partenaire ideal de Díaz cuando la obra pasa su mitad, cuando el humor se agrava para acorralarnos con el planteo ético que emana de un hecho fortuito.

El texto del mismo Di Carlo es muy rico, lleno de observaciones entre costumbristas y existenciales, reflexivo sobre el devenir de la gente humilde, rítmico en los diálogos y eficaz en el humor. Pero sobre el final, se engolosina casi a sabiendas de sus propias virtudes y pareciera no encontrar el remate. Como si no se definiera por una contundente bajada de persiana o por la ambigüedad absoluta, por lo difuso.

En definitiva, termina optando por un cierre acertado en cuanto a cómo se muestra (sugiere) escénicamente, pero previsible en su significado tras tanta demora. Ese cierre llega luego de una extensísima pero inolvidable anécdota sobre un gallo negro que Ramón le cuenta a Miguel. Casi un show aparte de narración oral en el marco de una obra de teatro.

Con todo, Albañiles es un espectáculo valioso desde lo teatral (elogios para el diseño sonoro de Sebastián Scuderi, dicho sea no tan de paso) y desde lo humano, que nos interpela acerca de cuan arraigadas tenemos nuestras convicciones. No es poca cosa.

 

Ficha:

Albañiles, escrita y dirigida por Cristian Di Carlo. Intérpretes: Marcelo Díaz y Nicolás Nime. Diseño lumínico y Fx: Luciana Díaz. Diseño sonoro: Sebastián Scuderi. Operador de sonido: Cristian Di Carlo. Escenografía y arte: Rodolfo Carmona. Producción: El Carozo Incubadora. Fotografía: Adriana Lui. Diseño gráfico: Mariano Cruz. Espacio: Nave Cultural, Sala 1. Función del 05/09/2024 (en el marco del Festival de Estrenos).