Almodóvar cumple, Penélope humilla

31.01.2022 15:33

Por Fausto J. Alfonso

 

Pese a meterse en un brete, intentando quedar bien con el presente y con el pasado, y de caer en cierta previsibilidad, Pedro Almodóvar logra un film sensible y entretenido. Aunque, definitivamente, Penélope Cruz se yergue por sobre cualquier otro valor. Su interpretación de Janis, una madre primeriza en flor de encrucijada, es como poco excelente.

Madres paralelas es, como otros, como mucho films del manchego, un estudio -colorido por fuera y sepia en lo profundo- sobre las dificultades de ser mujer, aunque también una exaltación de la alegría que produce serlo. En ese marco, coloca a dos madres debutantes que coinciden en una habitación de hospital, a punto de parir. Y que la vida, de allí en más, las relacionará de manera muy dramática y también, como se anticipó, algo previsible.

La cosa va desde la reflexión sobre la soltería y las prioridades en tren de una realización personal, hasta la vocación -o no- de ser madre, los lazos madres-hijas y los conflictos generacionales o de ascendencia irresueltos. En un punto, todo se relaciona, es cierto. Pero Almodóvar introduce un pretexto histórico ligado al personaje de Cruz, que no hace más que distraer del conflicto central entre Janis y Ana (Milena Smit) y que, finalmente, cierra de modo precipitado y solemne.

Por alguna razón, el director (y guionista de su propia historia) ha querido politizar su melodrama, para darle una envergadura innecesaria. Esa línea (paralela, justamente) hasta podría ser el germen de otra película, de la próxima si se quiere. Pero en ésta, con las madres paralelas alcanzaba y sobraba. Eso sí, tanto el relato central, como su colectora, poseen algo en común: demostrar cuán expeditivos y prácticos son hoy los autotests de adn.

No obstante, si hay alguna razón por la cual el film debe verse si o sí es para adentrarse en el festival Penélope. La actriz interpreta a una fotógrafa que luce radiante, aprovechando su exultante belleza natural, pero que también es verosímil como una parturienta demacrada, una madre angustiada, una nieta justiciera, una amante en dos versiones, o una mujer segura pero que se puede tambalear y desconcertar (y que eso se le note bien en la mirada y en el físico). Cruz se echa la película al hombro y entra a andar. Y el espectador hace caso omiso de cualquier capricho o ingenuidad de la historia. Incluso de ciertos clisés indignos de un director de la talla de Almodóvar.

El segundo punto fuerte del film es la presencia de Aitana Sánchez-Gijón, como Teresa, la madre de Ana. Una mujer con cero vocación de madre y absorbida tardíamente por su pasión teatral. El presente la encuentra en gira con la apropiada -para la ocasión- Doña Rosita la soltera, de Lorca, y con no pocos problemas con su hija y su expareja. Almodóvar se aprovecha de este personaje para subrayar, por oposición, su propia condición de progre. Como la mujer es de clase alta, da a entender que no es una buena persona y seguramente ella, como todos los de su clase, fue cómplice del franquismo. Así, pone en su boca frases como: “Y el hecho de parecer un poco pija, no ayuda en esta profesión. No es una profesión de pijos. Los actores son todos de izquierdas”. Entonces Janis le pregunta: “¿Y tú de qué eres?” Respuesta: “Yo soy apolítica. Mi trabajo es gustarle a todo el mundo”. Un diálogo bastante simplista y tranquilizador. Porque hay que dejar bien claro de dónde viene y cómo se para cada personaje frente a la vida (y la muerte).

Aitana está estupenda. Ya ganó unos premios y va por otros. Dicho sea de paso, el personaje de Penélope es bastante cool, pero su compromiso con la búsqueda de una sepultura digna para sus antepasados -tirados a una fosa común por el franquismo- lo vuelve comprometido. Como si sus avatares como madre no fueran poca cosa para comprometerla. O como si no fuese del todo buena persona por fotografiar modelos con cuerpos hegemónicos o accesorios de marca. ¡En fin!

Como siempre, la puesta de Almodóvar es impecable. Juega con la simetría, usa criteriosamente las elipsis y funde a negro cuando un primer plano nos deja pensando. Con la ambientación kitsch ya aplacada (parece que definitivamente), el colorinche ha trocado en colorido y buen gusto. Algo que se potencia por el oficio y el criterio elegante que el personaje principal impone a su entorno, donde no faltan las fotos familiares y los libros de referentes de la fotografía como Robert Cappa y Helmut Newton. El abuelo de Janis también era fotógrafo, claro.

Alberto Iglesias aporta una música incidental apropiada, nada invasiva ni obvia, a esta historia que actualiza pasados individuales y colectivos teñidos por guerras, violaciones, sobredosis y luchas varias. Con menos estallidos emocionales puestos hacia afuera y varios ataques de nervios que van por dentro.

 

Ficha:

Madres paralelas (España, 2021, 123’). Dirección y guion: Pedro Almodóvar. Música: Alberto Iglesias. Fotografía: José Luis Alcaine. Intérpretes: Penélope Cruz, Milena Smit, Aitana Sánchez-Gijón, Israel Elejalde, Rossy de Palma, Julieta Serrano, Adelfa Calvo, Ainhoa Santamaría, Daniela Santiago.