Ambición coquetea con pretensión

17.08.2021 17:29

Por Fausto J. Alfonso

 

Mezcla rara de fugazza con fainá, de rito ancestral con fantasía tecnológica, Abro los ojos es un espectáculo desconcertante. Para bien y para mal. Porque la propuesta escrita y dirigida por David Maya nunca termina por hacer pie en el algún sitio, aun cuando ofrezca chispazos de sorpresa o ingenio, asociados siempre al planteo multimedial con que fue concebido el espectáculo más que a lo que éste pretende decir.

La idea de un tiempo que son todos los tiempos y un hombre que pueden ser muchos -o las distintas vidas de un único ser- nos remite a otras tantas historias, como por ejemplo al arrollador film Mr. Nobody, del belga Jaco Van Dormael. En el caso de Abro los ojos, esa unidad/multiplicidad tiene el envoltorio de lo onírico y el protagonista (Neftalí Villalba) queda envuelto en un torbellino de shocks que lo colocan ante una gama de personalidades y situaciones tan mundanas como extravagantes.

Ese planteo, en el que reina la arbitrariedad narrativa, niega un todo fluido. Los cortes son abruptos entre escena y escena (reforzados por el latiguillo “Abro los ojos”) e impiden conectar del todo con el universo en cuestión, o en todo caso compartir las pesadillas recurrentes del personaje. Que no se alcanza a comprender si ilustran dilemas existenciales, si son una crítica política-ideológica o las dos cosas.

Sí, Abro los ojos nos entretiene con los recursos técnicos escogidos para la ocasión, entre los que destacan buenas proyecciones que refuerzan atmósferas, texturas varias y la música en vivo (que sumada a tramos grabados conforman una banda sonora muy ecléctica, pero atractiva). Pero, sobre todo, despunta el uso de la cámara en mano, como si se tratase de otro personaje, que duplica el punto de vista de la acción y nos permite ver ciertos detalles de lo que acontece, más allá de que un delay en el sonido nos incite a dudar si se trata de la proyección del momento o de una ya grabada y proyectada en el mismo instante.

Dado el apoyo que el protagonista tiene por parte de otros actores sin texto, pero claves para la manipulación de objetos y escenografía, la apuesta fue bautizada como “monólogo asistido”. Pese a ello y a la voluntad innovadora general, Abro los ojos a veces cae en recursos remanidos, como cuando el actor sugiere haberse olvidado la letra. Si se trata de una ironía acerca de algo tan trillado, no se alcanza a comprender. Y si no, es un giro viejo per se. Claro que eso es solo un detalle, un ejemplo, en un contexto donde lo sobrenatural -como aquello propio de todo espectáculo escénico y/o audiovisual- es muy evidente. Por eso, no terminamos de meternos de lleno ni de creernos ese mundo que no es nuestro, pero que debería incluirnos de alguna manera.

Tras una apertura muy marcada, luego no hay historia ni crescendo, lo que hace natural que el cierre pueda llegar en cualquier momento. Y así ocurre, de modo tajante, resultando corto lo que se insinuaba largo, dejando la ambigua sensación de estar frente a un espectáculo tan ambicioso como pretencioso.

 

Ficha:

Abro los ojos, de Ángel David Maya. Intérprete: Neftalí Villalba. Operadores de escena: Maximiliano Correa y Ulises Reinol. Cámara: Romina Viola y Ximena Palombarini. Música en vivo y diseño sonoro: Miguel Ángel Carrasco. Diseño de proyección y gráfica: Walter Guasco. Diseño lumínico: Romina Moyano. Diseño de vestuario y escenografía: Belén Bustos. Dirección: Ángel David Maya. Sala: Sala Cajamarca Espacio Marabunta (España 1767, Ciudad). Función del 12-08-21.