Ayer y hoy unidos por el delirio y el fracaso
Por Fausto J. Alfonso
El prolífico dramaturgo bahiense Andrés Binetti (varias obras suyas se han montado en Mendoza) propone en Proyecto Posadas una reflexión sobre los ideales y los medios para conseguirlos. Planteada en dos tiempos (literal y epocalmente), se trata de una comedia satírica, política y de especulación interplanetaria, que subraya el fracaso de los ideales setentistas, cuando quizás ni siquiera se tenían los medios para conseguirlos, y también la banalidad de hoy, donde con todos los medios a disposición no hay ideales a perseguir.
Parado sobre los estereotipos del militante, el apartidista, la laburante autónoma (peluquera, para más datos) y el realizador audiovisual, el texto destila ironías varias a partir de una anécdota descabellada (que aun así tiene una base real*): la existencia de alienígenas constituidos en una perfecta sociedad comunista. Alienígenas que nunca vemos, como sí vemos a un grupo de terrestres, un tanto torpes, ilusionados hasta la alienación y convencidos de su propia fantasía. Por eso también, y a su modo, son aliens.
Así, el tema de la frustración aparece como central en esta historia descabellada que no siempre es graciosa, aunque no decae en su ritmo amable, que las directoras -Andrea Cortez y María Vilchez Aruani- han sabido sobrellevar dosificando los “efectos especiales”, uno que otro detalle lumínico y, sobre todo, el aspecto sonoro, que incluye algunos fragmentos musicales ilustrativos de las épocas en las que transcurre la acción, y pensamientos en off de delirante calibre, al estilo de éste, “pensado de corrido” por Victoria (Susana Rodas): “País de mierda lleno de vacas y putas de gordos pelotudos que lo único que quieren es cambiar el auto como si eso les cambiara algo de la vida de mierda que llevan como el que se compra una casa se compra una sirvienta paraguaya y manda a la mujer acá para que le corte el pelo y la muy forra lo único que hace es hablar de cómo la sirvienta paraguaya le quiere robar las joyas que heredó de la madre del gordo puto impotente que tiene cómo marido las joyas heredadas de la bisabuela del gordo puto que estuvo al lado de Mansilla en la campaña del desierto y quiere un corte tipo Araceli González no te das cuenta gorda pelotuda que sos fea y Araceli González es linda y la única manera de hacer que seas así es si existiera el milagro de nacer de nuevo…”
Lo corrosivo del discurso y las virtudes interpretativas se lucen más en la segunda parte, cuando un grupo de estudiantes de cine aterriza en la peluquería de Victoria (ex líder militante posadista) para dejar constancia, cámara mediante, de lo que fue aquella lucha setentista. Una reunión entre alguien que fracasó y otros que, en otro orden, pintan para eso. Allí se contrasta lo generacional, lo ideológico y hasta lo cultural/lingüístico (hay una graciosa referencia a Raymundo Gleyzer, onda humor negro). Y se plantea lo cada vez más difícil que se vuelve documentar el pasado con el paso de los años y el poco interés que despierta en los jóvenes, al tiempo que se encara con sarcasmo la figura del artista/creativo.
El uso del video en vivo, que el público monitorea en una pantalla de tv es un atractivo que funciona dramática y visualmente. Podría explotarse aún más, del mismo modo en que podrían subrayarse el desquicio que de por sí tienen los personajes y las situaciones. Al igual que una puesta relativamente reciente de La omisión de la familia Coleman en nuestra provincia, a éste Proyecto Posadas le faltan dos vueltas de rosca para que la locura estalle por completo, hasta que finalmente baje la espuma, como realmente pasa. Son de ese tipo de obras que ameritan el exceso.
En el elenco, si bien homogéneo, despuntan la citada Rodas y Adolfo Ramírez (sobre todo, y otra vez, en la segunda parte), porque matizan con sus actitudes corporales y gestos los clisés sobre los que se asientan sus personajes.
*El trotskista Homero Cristalli (que actuaba bajo el seudónimo Posadas) habría impulsado la curiosa idea.
Ficha:
Proyecto Posadas, de Andrés Binetti. Dirección: Andrea Cortez y María Vilchez Aruani. Intérpretes: Susana Rodas, Mariela Locarno, Celeste Rodríguez, Adolfo Ramírez y Pablo Caperon. Técnica. Ariel Blasco, Renzo Bruno y A. Cortez. Diseño de musicalización: A. Cortez y M. Vilchez Aruani. Diseño lumínico: M. Vilchez Aruani. Vestuario: A Cortez y M. Vilchez Aruani. Sala: El Taller, Granaderos 1964, Mendoza. Función: 31-08-2025.