Sin moralejas, Azul Saturno incita a barajar y dar de nuevo
Por Fausto J. Alfonso
Compacta en forma y profusa en significados, Azul Saturno se despliega como un mazo cuyas cartas están marcadas por cada una de las problemáticas que atraviesan a los jóvenes de hoy. Cuatro de éstos abren el juego, sincero y descarnado, en esta propuesta que tampoco descuida el trazo fino y el comentario irónico hacia las fórmulas mágicas de una “neo” new age.
El texto escrito y dirigido por Isaac Flores no pontifica ni fataliza. Prioriza las confesiones honestas, con su amargura sincera y los vocablos propios de los centennials, que actúan como dardos frente a adultos que miran hacia otro lado o solo atinan a esquivarlos. Pero también modula el medio tono y la confesión esperanzadora, por lo que -por momentos- Azul Saturno ingresa en una zona cálida y de alta sensibilidad que aparta al cuarteto del simple muestrario de jóvenes airados.
En el marco de una escenografía abstracta y de frente al espectador, sentados en sendos cubos, Francisco Tonidandel, Francesca Scordo, Denis Vargas y Noel Aloy comparten angustias, miedos y frustraciones. Víctimas del mal de Saturno, con su sobrecarga de melancolía, exhiben el sufrimiento de no poder encajar en un mundo hostil, especulador y proclive al bullyng. Un estado de situación donde el fantasma del suicidio es tan alarmante como la expresión “¡¡¡amo odiar!!!”.
Si bien el interlocutor primario (en realidad, el escucha) es el público, los personajes también interactúan entre ellos, pero solo con la palabra. Es como si estuvieran en compartimentos estancos, aislados en su crisis personal, lo que habla de una decisión de puesta ilustrativa y eficaz. El contacto físico no existe.
Con el acento muy puesto en el texto, copioso y abarcativo de registros, la obra necesitaba de intérpretes dúctiles. Y los encontró en estos cuatro jóvenes (que insinúan un buen potencial) que expresan la bronca sin caer en estereotipos gruesos y sin perder humanidad, yendo del reclamo furioso a la confesión susurrada con credibilidad y seguridad.
El espectáculo lima las asperezas de los temas que toca con un acompañamiento musical sutil, amigable para el oído. Y, por otra parte, completa gráfica y metafóricamente el sentido de los parlamentos con proyecciones en torno del vértigo, la melancolía y la adaptabilidad al conjunto (entre otros ítems), que se lucen sin competir con la actuación en vivo.
En algo así como cincuenta minutos, hay mucho para procesar, pero el director ha encontrado el ritmo apropiado para que el espectador lo haga sin sentirse apabullado. Hay un planteo generacional que habla de un aparente callejón sin salida, pero que insinúa el lado poético de la vida como una posible puerta. El teatro, la lectura, una obra como ésta, son vías tentadoras ante un panorama inquietante. Y un impulso para tomar el mazo del párrafo uno, barajar y dar de nuevo. Sin cartas marcadas.
FICHA:
Azul Saturno. Texto y dirección: Isaac Flores. Intérpretes: Francisco Tonidandel, Francesca Scordo, Denis Vargas y Noel Aloy. Diseño lumínico: Ludmila Espinosa. Coach Vocal: Giuliana Mattiazzo. Operadora técnica: April Andrada. Producción: Agustín Lorenzo. Sala: Teatro Quintanilla (subsuelo Plaza Independencia, Mendoza). Función del 04/04/2025.