Banderas urgentes y evocadoras
Por Fausto J. Alfonso
Con Banderas en el desierto, la prestigiosa tribu La Rueda de los Deseos propone un espectáculo que abre debate y, con él, múltiples interpretaciones. Pero también, su ambigüedad nos sumerge en sensaciones encontradas que nos obligan a reflexionar acerca del paso del tiempo y los ciclos socio-políticos y sobre cómo ambas cosas impactan a la hora de tomar decisiones estéticas.
Hace poquito, Banderas… formó parte del ciclo Sábados míticos, junto a otros dos títulos de La Rueda…: Migajas en el oro de tu pelo y Yo, Odisea. El grupo que dirige Fabián Castellani confirma año a año su vigencia, a fuerza de una hiperactividad que suma nuevas creaciones o revitaliza otras ya probadas.
En esta propuesta, tres mujeres a la intemperie esperan por otras. La idea es alzarse contra algo que consideran injusto. No se precisa qué y ahí está uno de los espacios a llenar por el espectador, de acuerdo a su nivel de bronca, su ideología o sus sueños. Se insinúan cosas. En algún momento resuena con indignación la palabra capitalismo. En otro se evoca al Che, pero sin nombrarlo. También se alude a alguien en el quinto piso, a gente que no escucha, y a la necesidad de defenderse, sin entregarse en sacrificio o a la humillación. Datos a medias, pero en todos los casos sugerentes.
Como también lo son las consignas que ilustran las paredes: “La tierra es nuestra”, “La belleza está en la calle”, “Nuestras voces son la revolución”, “Estamos llamades a la resistencia”, entre otras que reclaman, por lo pronto, atención. Y que se identifican simplemente con un “B.E.D.”, en coherencia con el título de la propuesta.
Así, el discurso por el que ha optado el grupo se transforma en una poesía del malestar, embellecida por una atmósfera de fogón, donde las actrices además tocan y cantan y, mate por medio, buscan una interacción sutil con el público. Los espectadores que más sintonizan hasta se prenden por lo bajo murmurando las letras de Todo cambia o de ¡Ay, Carmela!, dos canciones que aluden al arraigo a la tierra y a la resistencia, temas que como otros se desprenden de esta puesta.
El espectáculo responde en su esencia a lo popular y en su formato a lo híbrido. Navega entre lo fríamente calculado, la hechura formal, y un margen para la improvisación (o su sensación) y para demoler la improbable ficción. “¡Hay que actuar!”, dice con energía una de las mujeres. Y, como se han planteado las cosas hasta allí, cabe tanto para las actrices (y su obra) como para los personajes (y su revolución). Doble sentido y lectura que se replica, con otros recursos, en varios pasajes.
Pocas y vigiladas, estas mujeres le ponen el pecho a una naturaleza que castiga con viento y arena, que hace de sus caminatas dolor y de sus cuerpos banderas que se doblan y resisten como juncos. En estos pasajes no realistas, las actrices tienen sus momentos de mayor lucimiento.
La escenografía combina el blanco/negro con el rojo y el ocre. Esa paleta es altamente evocadora del reclamo y la lucha. Y lo material remite a lo artesanal, a lo creado con las manos con productos nobles y sencillos. En su conjunto es un teatro que alienta al pensamiento primero y a la acción después, y que, en el contexto de la obra de La Rueda…, aparece menos críptico y más urgente que la mayoría de sus propuestas. Sin caer jamás en la trampa de la obviedad.
Que para los más grandes la propuesta tenga aromas a dejá vu es comprensible. Si bien el espectáculo es representativo de hoy, también es evocador del ayer. Porque la Argentina es un eterno reciclaje y pareciera que desde el arte también se acompaña esa fatalidad. Banderas… deja entrever una doble bronca: por aquello que vivimos y por esto que vivimos. Pero también expresa una nostalgia por un modo de hacer teatro que también ya vivimos y pareciera necesario recuperar.
Cuerpos que se vuelven siluetas. Contornos que desaparecen. Los que se fueron y no volvieron. Los que se transformaron en libros o remeras… En todo caso, humanos-banderas que se plantaron ante algo –diverso- que creían justo. Por ahí transita B.E.D., con calidez y brotes de furia. Haciendo memoria para enfrentar el hoy, que triste y paradójicamente, es el ayer.
Ficha:
Banderas en el desierto. Dramaturgia y dirección: Fabián Castellani. Intérpretes: Gabriela Psenda, Daniela Moreno y Federica Bonoldi. Asistente de dirección: Débora Candito. Fotos: Pao Alonso. Sala: Cajamarca (España 1767). Función del 02-06-2024.