Chiquita, bonita y profunda
Por Fausto J. Alfonso
Ya afianzado como dramaturgo, Rubén González Mayo volvió a la carga con una historia que, para jugar con su título, ensambla a la perfección el discurso de la vida cotidiana con una poesía que apunta tanto a la emoción como a la reflexión. Esa fusión tiene su correspondencia en la materialidad escénica y la actuación, cuando lo que apunta hacia el hiperrealismo es interrumpido dos o tres veces por lo evocado.
Ensamble Ofelia es un ida y vuelta permanente entre tres hermanos -a decir verdad, siempre bajo una pátina de ensoñación-, cuando dos de ellos retornan a la casa familiar luego de diez años y se reencuentran con quien decidió quedarse. La obra es como un juego dialéctico por postas, donde las alianzas van variando en función del presente de cada uno, de los recuerdos y de los reproches.
En el espacio acotado de una cocina-comedor (que eventualmente puede virar a algo neutro o incluso a algún lugar lejano) los intérpretes desandan lo vivido llevando el pesar de lo irresuelto y atisbos de una felicidad que fue corta y de otra que pudo ser larga y no fue (pero que cada tanto late como si quisiese dar esperanza).
La bronca, la impotencia y la añoranza son estados por los que el trío transita todo el tiempo y que encuentra en los protagonistas los vehículos apropiados. Castro (Ezequiel), Laguna (Nacho) y Racconto (Ofelia) se dejan llevar por esas emociones, pero además se adecúan a las exigencias de un texto que requiere ímpetu y velocidad por momentos y decir pausado, casi confesional, por otros. Los tres manejan bien lo sugerido, los subtextos, y les dan a sus recuerdos una categoría ambigua.
Esto último se corresponde con la riqueza de lo escrito por G. Mayo, que lejos de caer en un sistema de relaciones claro y llano (que sí, está en una primera lectura), se permite experimentar y especular con el concepto de lo fraternal, permitiendo varias interpretaciones por parte del espectador.
Entre muchas cosas más, la propuesta trabaja sobre la idea de cómo pre moldean los primeros años en familia y cómo esos años influyen o adquieren distintos significados en función de si la persona ha frecuentado o no otros ámbitos, otras culturas, otras sociedades. El barrio y el mundo. También, la obra es -en palabras y acción- una mini oda al desencuentro permanente, una historia de amores esquivos o no correspondidos, pero siempre en algún punto atados con fuerza.
Ensamble Ofelia es chiquita (porque es breve), bonita y profunda. ¿Para qué más, no?
Ficha:
Ensamble Ofelia. Dramaturgia y dirección: Rubén González Mayo. Compañía Teatro El Puente. Intérpretes: Federico Castro, Deivid Laguna y Claudia Racconto. Producción: Rocío Rodríguez. Prensa: Cynthia Garavello. Música original: Marcelo Sánchez. Vestuario: Victoria Fornoni. Sala: Foro Nuevo Cuyo (Entre Ríos 372, Mendoza). Función del 28/07/23.