Crítica Teatral en Tiempos de Pandemia
Por Fausto J. Alfonso
CÓRDOBA. En el Espacio Cirulaxia, en la capital cordobesa, se presentó Crítica Teatral en Tiempos de Pandemia, un libro inspirado e inspirador, surgido en el marco de la cátedra Crítica teatral, de la Licenciatura en Teatro (con orientación Teatrológica) de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba.
La presentación reunió presencialmente a la titular de la cátedra, licenciada Ana Yukelson; a sus profesoras adscriptas, licenciada Noelia Perrote y doctora María Elena Troncoso; y al estudiante Gabriel Brunelli. A quienes se sumaron virtualmente el estudiante Fabián Gutiérrez (desde Bolivia) y quien suscribe este artículo. La periodista de Radio Nacional Franca Chafitella ofició de presentadora y moderadora. El evento fue transmitido en vivo por la plataforma YouTube CePIA UNC, con la coordinación técnica de Mercedes Chiodi y Sebastián Camargo. CePIA es el Centro de Producción en Investigación en Artes de la FA-UNC.
Crítica Teatral en Tiempos de Pandemia es un libro urgente -porque el contexto lo dispuso así- pero para nada oportunista, ya que no especula con su contenido, sino que apunta directamente a la reflexión de una problemática como la de la crítica, que siempre vuelve sobre sus limitaciones y condicionantes tradicionales, pero además va sumando los propios de cada época. Que en esta ocasión se pueden resumir en dos vocablos: pandemia y virtualidad.
Hay mucho para decir sobre este volumen, que paradójicamente está pensado para que no tenga volumen. Pero que, proyectado al papel, puede imaginarse como un libro bello, atractivo, partiendo de su diseño bidimensional. Aunque obviamente es lógico, coherente, que sea un libro virtual, ya que en definitiva habla de cómo el teatro se reinventó en la nueva modalidad y cómo la crítica -que sí o sí debe acompañar todo lo emergente de la disciplina a la que se dedique- necesariamente debió reinventarse y fijar nuevos parámetros para este acompañamiento.
Poco antes de la pandemia y de la cuarentena, pero cuando éstas aún no se insinuaban para nada, tuve que ver, por razones que no vienen al caso, una obra de teatro filmada. Se trataba nada menos que de Minetti, de Thomas Bernhard, con dirección de Carlos Ianni y las actuaciones de Juan Carlos Gené y Maia Francia. Una puesta del CELCIT, realizada en el 2009. Entre muchas otras cosas, la obra -a partir de una trama que juega con la realidad, el sueño, las máscaras y la ambigüedad- reflexiona sobre el teatro y los límites de la actuación. Me sedujeron tanto las actuaciones, como la dirección y el resto de los rubros. Sin embargo, mi conclusión fue: “¡qué lástima no haber estado allí!” Con lo que implícitamente estaba diciendo: “esto no es teatro”. Algo que también dije después, con el paso de las horas, y ya explícitamente.
El tiempo transcurrió y el encierro llegó. Y con él las incertidumbres. Las incertezas. Ese formato -el del teatro filmado- pasó a ser uno más entre muchos otros que se multiplicaron en la virtualidad y que pusieron en crisis definiciones hasta entonces taxativas acerca de los límites de la actividad teatral.
Leyendo Crítica Teatral en Tiempos de Pandemia me di cuenta cuánto de lo equivocado estaba por un lado y cuánto me estaba perdiendo por otro. En el libro se citan muchos novedosos procedimientos virtuales y se reflexiona sobre sus alcances teatrales. No me referiré específicamente a cada uno de esos procedimientos ni a cada una de esas reflexiones. Porque sería bueno que cada uno descubra y se asombre al leer, cómo el teatro impactó en la virtualidad y cuántas nuevas preguntas trajo consigo, dejando en la obsolescencia aquel interrogante inicial: El teatro filmado, ¿es teatro?
Pero sí voy a referirme a algunas cuestiones más generales.
Lo primero para celebrar es que si bien se trata de un proyecto pedagógico que ha llegado a cristalizarse (lo cual ya de por sí es para festejar), excede holgadamente su ámbito y sus objetivos iniciales, y con ello su público específico, ya que cualquier lector con inquietudes puede interesarse y comprenderlo.
¿Cómo se llegó hasta ahí? Quizás por la pericia y la trayectoria del cuerpo docente, que no son para nada menores. Quizás por el entusiasmo y la curiosidad de los alumnos, algo tampoco menor en la era de las desmotivaciones y la indiferencia. Quizás por la gente que se entrevistó, por la bibliografía que se usó o por las obras que se analizaron. Quizás por la presión de las circunstancias. O por todo eso y por algo mágico, inexplicable, que suele ser parte de las buenas ideas y de los buenos libros.
El tema es que la escasez notable de libros de la especialidad, coloca a Crítica Teatral en Tiempos de Pandemia en un lugar privilegiado. De aquí en más, y hasta nuevo aviso, lo sitúa en el marco de la bibliografía obligatoria sobre el tema, gracias a:
- su muy bien pensada estructura (cuyas partes están referenciadas con un lenguaje apropiado y singular: interfaces, en conexión, nodos);
- la convivencia de distintas técnicas académicas/periodísticas, como lo son el ensayo, la entrevista y la crítica (cada una de las cuales enriquece el todo y entretiene la lectura);
- el uso de un lenguaje sólido y justificado en sus tecnicismos (cuando son necesarios) pero no menos accesible, que se sostiene a lo largo de todo el trayecto, más allá del estilo personal de cada autor/a;
- y por último (aunque quizás haya más motivos), la buena complementación de las reflexiones teóricas con la bajada a la práctica, tarea esta última en la que se aprecia la osadía de estudiantes como Fabián Gutiérrez y Gabriel Brunelli, quienes se internan en un apasionante mundo, contra todas las tempestades históricas y actuales, saliendo airosos en la cruzada. Entran a la crítica por el lado y en el momento menos pensados.
Por otro lado, este libro hace algo muy importante. Los que desde siempre nos hemos desempeñado simultáneamente en el Periodismo y en la Universidad hemos sentido (algunos lo habrán padecido, aunque no es mi caso) una tensión, una tirantez, entre dos facetas que forman parte de un mismo universo: la crítica periodística y la crítica académica. En la Universidad, a quienes venimos de los medios se nos mira de soslayo; en los medios, a quienes venimos de la Universidad, también se nos mira de soslayo. Para quedarnos tranquilos y realizar con tranquilidad nuestra tarea, debemos confiar en que esas miradas se anulan.
El tema es que tanto la crítica periodística como la académica tienen sus propias características y entre ellas hay múltiples diferencias, pero sin embargo esto no las hace contrapuestas. Incluso pueden ser complementarias. Y, además, de hecho, un mismo crítico puede ejercer las dos, sin caer en contradicciones, simplemente adecuando su discurso al contexto.
Crítica Teatral en Tiempos de Pandemia hace una gran contribución al mitigar esa tirantez, esa tensión, y al elegir para que se explayen holgadamente -en conversaciones pensadas para formato libro- a dos referentes de la crítica periodística y académica como son Beatriz Molinari y Mónica Berman. Leyendo ambas entrevistas encontraremos aquellas múltiples y características diferencias entre uno y otro tipo de crítica, a lo que se suma dos visiones muy diferentes del teatro en pandemia. Miradas complementarias, que enriquecen, que no se invalidan. Y con importantes trazos para la polémica o el debate.
Porque ciertamente tanto Molinari como Berman provocan que volvamos a preguntarnos una vez más -y a partir de lo que le ocurrió al mundo- qué es la crítica y qué el teatro. Cuando ya creíamos que teníamos más o menos resuelto el tema, ahora resulta que debemos dar marcha atrás y reimpulsarnos. Lo del convivio, como parte intrínseca del teatro, ya no está tan claro. Ahora hay que discutirlo. Si el teatro surge desde una pantalla, ¿por qué no se podría hacer la crítica? Y si se puede hacer la crítica, ¿quién está en condiciones de decir que no es una crítica teatral? O que no es teatro lo que se critica. ¿Qué pasaría frente a nuevas pandemias y nuevos formatos? Preguntas como para arrancar.
El teatro -y todo lo que acarrea, como la crítica- siempre se ha movido en el terreno de la incertidumbre, por múltiples factores. Anunciar su próxima muerte es desde hace rato un lugar común, pero confirma la incertidumbre como una de sus características. El Covid llevó esa incertidumbre al extremo y el teatro se adaptó, y también la crítica. Ninguno renegó de su condición histórica ni de su esencia. Simplemente se adaptó. Se reinventó, como se dice ahora. Llevó su esencia y su historicidad por otros caminos. Caminos frente a los que la crítica o la neo-crítica debe oficiar de lazarillo para un público que también es neo. (Pensemos que, así como hay críticos teatrales que han debutado en la virtualidad, hay un público que, por primera vez en su vida vio teatro, pero frente a la computadora o al televisor).
La crítica se regenera y se reinventa con la actualidad teatral. Y si el modo de escribir de un crítico o de una crítica, lo determina la puesta, como dice Mónica Berman, queda claro que el teatro hizo una adaptación de su puesta (tomando el término del modo más amplio posible) que obligó al crítico a adaptar su modo de escribir. “La crítica es parte del fenómeno y permanece”, nos señala la especialista.
El libro dispara ideas inspiradoras desde cada uno de sus bloques. En la interfaz de presentación, Ana Yukelson nos pone en el contexto temporal inmediato, algo que conecta con el Nodo 1: El mundo se va a acabar y todo va a seguir igual, o no, donde Brunelli nos sitúa unos pasos atrás, para ver qué queda de las reflexiones críticas históricas y qué hay que revisar y/o sumar.
En el Nodo 2: Las variables corporales en tiempos de pandemia, Noelia Perrote desmitifica la idea de que el lenguaje tecnológico sea novedoso en el teatro. Existe desde hace mucho y lo ha ido transformando a la hora de su acontecer, modificando el cuerpo como construcción social y en lo que hace a su identidad. Por eso, para disipar dudas, a las pruebas se remite y se remonta a mediados de los ’80. Ya por entonces Donna Haraway en Cyborg reflexionaba sobre el cuerpo como construcción mucho más allá y acá de la materialidad. De allí en más, Perrote traza una línea que nos obliga a pensar en cómo llegamos al hoy. ¿La pandemia nos arrinconó y surgió algo nuevo?, ¿un cuerpo nuevo, que puede o no llamarse virtual? ¿O es algo construido con el paso del tiempo -un buen tiempo- que ahora, con la pandemia, se evidencia en toda su dimensión? Como si fuese la consecuencia lógica de todo un proceso, que la pandemia solo apuró. Los ejemplos alla cordobesa que brinda la investigadora y su reflexión sobre las decisiones de la mirada, aportan datos, respuestas y nuevos interrogantes en esta batalla -también construcción social- entre teatro y virtualidad.
Fabián Gutiérrez en el Nodo 3: Espectadores, trincheras y esperanza, reconoce la existencia de múltiples críticas y retoma un viejo y siempre vigente tema: el de no volverse jueces estéticos. Subraya la importancia de incorporar a la crítica en el marco de un proceso y se pregunta qué implica ser espectador (tener conciencia de ello). Hurga en los sistemas de creencias teatrales, en el fin de las valoraciones genéricas y en la elección del sujeto-crítico acerca de cómo manejarse, cómo elegir vincularse con el material.
Como anticipé, el libro baja a la práctica la experiencia crítica. En su último tramo, se reúnen los comentarios críticos de estudiantes en torno de las producciones independientes y universitarias estrenadas virtualmente durante la etapa más cerrada de la pandemia. Lo que supuso, lógicamente, un desafío doble para los alumnos/as, que hasta el año anterior jamás hubiesen pensado en debutar como críticos o críticas de ese modo.
Lo importante -más allá del formato teatral al que nos enfrentemos- es no perder de vista algunas cuestiones que hacen a la buena crítica. Características que se consolidan solo con el tiempo, con la experiencia, pero que se pueden ir insinuando desde estos primeros escritos:
- Rigurosidad en los datos
- Honestidad en la opinión
- Desprejuicio estético e
- Incorrección política
Esos cuatro aspectos -desde mi óptica- hacen a la autenticidad del crítico. Entre otros, claro, como el estilo.
Por último, no me olvido ni paso por alto la existencia de un Nodo 4. Como hemos visto hasta acá, Crítica Teatral en Tiempos de Pandemia aborda el objeto de estudio desde múltiples ópticas. La doctora María Elena Troncoso suma un título elocuente: Teatro en pandemia y el fracaso de la promesa de que lo virtual iba a ser todo en la vida.
Siguiendo a Hans-Thies Lehmann, la autora considera este nuevo teatro como una experiencia pos-dramática y cree en la importancia de la crítica -en este nuevo contexto- casi como desde un rol de cronista. “Creemos que también debe dar cuenta de las razones por las cuales la práctica escénica no puede concretar sus producciones en un determinado momento histórico”, precisa. Reflexiona partiendo de testimonios y experiencias concretas acerca de las distintas estrategias que rápidamente se pusieron en marcha ante el shock epidémico. Iniciativas individuales y colectivas, oficiales e independientes, de gestión, de producción, de reflexión, de ayuda, conversatorios, ciclos de lectura, etc.
Demuestra que la pandemia detonó un abanico de actividades impensadas momentos antes, todas con la intención no solo de sostener la actividad teatral (y la docente), sino de sostener al individuo en su economía cotidiana. Y también confirma que algunas propuestas no solo sostuvieron la actividad del teatrista, sino que hicieron del espectador un espectador-protagonista, involucrándolo más con su cuerpo, su casa, sus objetos y hasta con su imagen reflejada en un espejo, aun cuando hubo hacedores que inscribieron sus iniciativas en el marco de “experiencias sonoras”.
Troncoso traza un panorama realista, pero no escéptico. Y en él, reconoce que el aislamiento contribuyó a la reflexión teórica y al reaprovechamiento del tiempo para profundizar los estudios o investigar para futuras producciones. Este libro es un muy buen ejemplo de esa capitalización del tiempo.
Fotos: Portada del libro y mesa académica de la presentación en Espacio Cirulaxia.