En Mendoza, Europa no discrimina (actores)

02.08.2019 16:17

Por Fausto J. Alfonso

 

“La guerra es muy mala escuela, no importa el disfraz que vista...” entona de arranque Claudio Brachetta y fija así el tenor, la posición, la mirada del espectáculo. Teatro antibélico contemporáneo, pero con algo de reclamo a la vieja usanza, con toques posdramáticos, un poco de Brecht, otro tanto de parodia y signado por la economía que impone la elección de hacerlo semimontado. Una propuesta que dice y sugiere bastante, aunque a veces demasiado.

Y es que el texto del muy joven dramaturgo Konstantin Küspert (Ratisbona, Alemania, 1982) es copioso, abigarrado y muy ambicioso. Intenta abordar las desgracias de la bonita Europa desde cuanto punto de vista sea posible, partiendo de lo genealógico para desenmascarar lo genético, y en ese intento, las ramificaciones distraen y el espectáculo se vuelve más o menos interesante según pasan los minutos.

Ese texto es más relato que acción dramática. Se corre el riesgo de caer en un recital de testimonios y confesiones. No obstante, el director Juan Comotti se las ingenia para darle un sentido espectacular medianamente atractivo. Con el escaso apoyo escenográfico propio de la modalidad elegida, se las rebusca para montar y desmontar tronos, pueblos, vehículos y hasta mares, y de ese modo le insufla vida a la solemne letra. Bastante hace con tan poco. Entonces, es la organización desde la puesta lo que vuelve atractivos esos relatos, más allá de la importancia de lo que se dice.

Europa, sin dudas, es una mirada descarnada del pasado, del presente y también del futuro inmediato del continente en cuestión; un brutal cachetazo a la conciencia de los poderosos; una revisión histórica necesaria. Desde su tema, es una obra que se asume trascendente, pero que no oculta sus ínfulas y una que otra ¿contradicción?

Seguramente impulsado por la nueva oleada de inmigrantes que desembarca en su Europa, el autor lanza un claro posicionamiento antidiscriminatorio. Sin embargo, el discurso algo de ruido hace. A poco de iniciado el espectáculo se da a entender que Putin es como un modelo contrapuesto al tradicional que ha caracterizado a Europa. Es decir, lo contrario a un modelo insensible y xenófobo. Si es una ironía, no se entiende. Está mal dicha, mal interpretada. O mal traducida. Si no lo es, se entiende menos, ya que el reconocido carácter homofóbico del líder ruso no es compatible con esta propuesta que enarbola la bandera de la integración. Queda la duda.

Uno de los puntos fuertes del espectáculo es la música en vivo a cargo de Brachetta: con guitarra, teclados y algunos accesorios percutivos ayuda a crear intriga. Algo difícil, insistimos, por las características del texto.

El otro acierto es el elenco. Más por su diversidad que por su homogeneidad actoral. La reunión de una treintena de actores no es común en los tiempos que corren. Provenientes de distintas tendencias estéticas, formaciones y generaciones, los intérpretes de Europa, al aceptar ser parte de ella, parecieran estar dando señales concretas (es decir, materializando) las intenciones de la obra. Claro que esto es una lectura. También puede que todo haya sido solo una mera y gran coincidencia. En cualquier caso, la propuesta es una buena ocasión para ver a muchos de nuestros actores y actrices integrados desinteresadamente a una propuesta de connotaciones humanistas. Da gusto disfrutar de esa mezcla.

Por supuesto que en la interpretación, los desniveles están, pero no dejan de ser atrayentes los movimientos colectivos o las figuras “coreografiadas” que, como se dijo, el director resuelve con muy poco. Por sobre el conjunto se destacan, en sus pasajes solistas, Rodrigo Di Mella, Paula San Martín, Rosana Champane y Andrea Cortez.

Europa (la obra) desanda el afán colonialista que caracterizó siempre a Europa (el lugar). Su espíritu invasivo, siempre amparado bajo los designios divinos y las falsas promesas. Sus falsos viejos sabios, que solo aspiran a disolver las identidades y captar territorios. Y sus burocracias, que se potencian en una dudosa UE, la burocracia de las burocracias. Un cóctel que sólo ha dejado pueblos enteros muertos y a la bonita Europa magullada y desprestigiada.

Más allá de las objeciones, desde aquí, desde l’América, Europa nos puede ayudar a comprender algo de nuestra propia complejidad: la de ser descendientes de europeos que tuvieron que emigrar.


Ficha:

Europa (Defender Europa), de Konstantin Küspert. Producción: Teatro Gladys Ravalle & Sociedad Goetheana de Mendoza. Elenco: Joven Teatro. Intérpretes: Alejandro Ferluci Sifon, Mariángeles Portillo, Casandra Quiroga Ferrero, Ricardo Adrián Perez, Mario Ruarte, Santiago Frazetta, Vanina Cueli, Laura Neri, Vicki Bernal, Mariana Cecilia Hidalgo, María Laura Miremont, Victoria García Galiano, Zaida Abdelhay, Cristián Bustos, Rosana Champane, Andrea Cortez, Rodrigo Di Mella, Roberto Miranda, Víctor Agüero, Evelyn Janet Benavidez, Paula San Martín, Susana Rodas, Ayelen Cairoli, Stella Maris Perez Vega, Ana Artaza, Bernardo Herrera, Ariel Peralta y Claudia Kolker. Música en vivo: Claudio Brachetta. Asistencia de dirección: Vicki Bernal. Técnica: Diana Moyano. Asesoramiento en vestuario: Paula San Martín. Dirección: Juan Comotti. Sala: Enkosala Gladys Ravalle (Alte. Brown 755, Godoy Cruz, Mendoza). Función del 29-07-19.