Gustavo Uano, el Papa de los teatristas mendocinos

05.02.2020 17:55

Por Fausto J. Alfonso

 

Y una mañana, la comunidad teatral mendocina amaneció con un nuevo Papa. Su nombre: Gustavo Ariel Uano. Un polifacético artista y gestor cultural con amplia experiencia en el ámbito estatal. Su nuevo cargo es el de director ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro (INT), el mayor órgano que regula la actividad escénica del país y del cual Uano ha formado parte ocupando diversos cargos a nivel provincial, regional y nacional.

Un colega de otra provincia me preguntó “qué onda el elegido”. Y yo me sorprendí con mi propia respuesta: “hasta aquí no se le conocen hechos de corrupción”. Una rara avis que ahora se posa en lo más alto de una institución clave para delinear y, sobre todo, ejecutar políticas que deben favorecer a todos en la medida que a cada uno le corresponda. Es decir: algo nada fácil. Pensar en todos sin dejar de pensar en cada uno. Como le pasa al Papa.

Como Francisco, Uano hizo todo el caminito, peldaño por peldaño, jerarquía por jerarquía, peregrinando con sus rodillas sobre granos de maíz. Ahora está allí. Y los mendocinos, aquí, esperando de acá en más una señal, un gesto, un rosario bendecido, una estampita de Barletta. ¡Porque es mendocino, carajo!

Ahora, los mendocinos estaremos ansiosos de que visite la provincia, como el Papa no lo hace con su país; que deje al descubierto todos los chanchullos de la institución, como el Papa no lo hace con la suya; que castigue a pedófilos, abusadores y otras lacras -que de esos hay en todos los ámbitos-, como el Papa no lo hace; que fomente la unión y no la grieta, no como el Papa…

El mendocino esperará todo de él, sin importarle que los mismos problemas están en todas las provincias. Con matices, pero están. Está cantado que en Mendoza ante el primer desaire o desatención, automáticamente dejará de ser el Papa y se lo ungirá como el Mefistófeles del arte escénico. Pero si alguien es favorecido, éste no dudará en bautizar Gustavo a su próximo hijo. O Ariel, en caso de que ya allá un Gustavo.

Ser director ejecutivo del INT es una responsabilidad enorme. La maraña burocrática es, cada vez, más maraña y más burocrática. Y los fieles, los devotos, exigen más y más milagros en formato de funciones, giras, subsidios, préstamos, becas y un sinfín de modos.

Desde su creación en 1997 el INT ha sabido de directores ejecutivos muy disímiles: Lito Cruz, Rubens Correa, José María Paolantonio, Rafael Bruza, Raúl Brambilla, Guillermo Parodi, Marcelo Allasino y, ahora, Uano.

Sin embargo, salvo Lito, tal vez beneficiado por su rol de pionero, el resto siempre estuvo en la mira por uno u otro motivo (hurgar en los archivos, por favor). Cuando no era por el manejo arbitrario de la plata, era por las designaciones sospechosas. Cuando no era por favorecer a tal o cual era por las manipulaciones o torpezas administrativas. Claro, nada muy distinto a lo que pasa en cualquier organismo público. Pero igualmente repudiable.

Allasino, sobre quien hay cierto consenso en que ha sido el peor de todos, fue el predecesor de Uano. Renunció el 31 de enero y dio a conocer una carta donde realiza un balance en el que su gestión roza la perfección. Vergonzoso. Días antes, Tristán Bauer había hablado pestes de Allasino y su gestión. Igualmente vergonzoso. Y poco original, ya que sabemos que es muy de funcionario argentino iniciar su gestión hablando mal de los antecesores.

Más sutil, pero en la misma línea crítica, Uano dijo a diario Los Andes: “Espero podamos dar vuelta de página rápidamente, encontrarnos con los teatristas en el trabajo para devolverle las funciones al organismo que la ley 24.800 le ha conferido y que le fueron cercenadas en los últimos años”.

Por las redes, Uano agradeció a dos personas que aparentemente tuvieron que ver en su camino hacia el Papado: Maximiliano Uceda, hoy secretario de Gestión del Ministerio de Cultura de la Nación, y de triste gestión al frente de nuestro Le Parc durante el gobierno de Poco Perez (recordar el tema de los contratos) y a la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti. Dos personajes que no se caracterizan por dar vuelta las páginas rápidamente.

Habemus Papam. Comencemos por exigirle a Gustavo I sensatez. Después se ve. Pero no esperemos todo de él. O no esperemos nada, mejor. Que nos vaya sorprendiendo en el camino. Si es para bien, mejor. Y que San Ginés (no me refiero al ministro de Salud) lo proteja. Amén.

 

Fotos: Gustavo Ariel Uano solo (arriba) y junto a su antecesor, Marcelo Allasino (abajo).