Humildes sugerencias pos Fiesta Provincial del Teatro
Por Fausto J. Alfonso
Desde hace algunos pocos años, la Fiesta Provincial del Teatro se asentó en el mes de enero. Quienes decidieron el asunto, acertaron. Antes, pasaba inadvertida entre la cantidad de eventos artísticos que suelen atropellarse en el segundo semestre mendocino. Ahora, con la nueva modalidad, se transformó en la estrella del desértico verano que en materia de espectáculos suele ofrecer la provincia. Y ante tal escenario, no asombra que todas las funciones se colmen de espectadores.
Ahora bien, encaminada como está, habría que empezar con los ajustes. Vayan entonces algunas sugerencias. En principio, habría que rever la cantidad de funciones por obra. Si bien es cierto que la mayoría de las funciones agotan sus entradas, también es cierto que la mayoría de las salas son pequeñas y que las butacas se completan con los mismos teatristas que, de antemano, están informados sobre el asunto. Así, la publicidad en medios y vía pública no tiene demasiado sentido. Resulta un gasto puro (aunque además, y por supuesto, una acción proselitista).
Si bien algunos piensan que la comunidad teatral se restringe a artistas que hacen teatro (créase o no, hay gente que así lo sostiene), la misma está integrada por funcionarios, gestores, periodistas, proveedores y empresarios del rubro. Y, por sobre todos ellos, el público. Ese sobre el cual siempre se dijo que es la razón de ser del artista. Para él, entonces, debe ser la fiesta. Sobre todo, si hablamos de una fiesta oficial, con dineros públicos.
Concretamente, hay que multiplicar la cantidad de funciones. En el marco de la nada que supone enero, la gente lo agradecerá y el rédito puede llegar a ser importante y sostenido. Ahí sí, los artistas teatrales (esa parte importante de la comunidad teatral) y los organizadores tienen que involucrarse de lleno, dejando de lado diferencias y egoísmos.
Ciertamente, el público mendocino es difícil, esquivo para con el teatro mendocino. Se deja seducir por propuestas de otro brillo y procedencia, que no tardan en desencantarlo. Pero, hacer el esfuerzo, sumar funciones, abandonar la cosa sectaria (mientras por otro lado se habla de lo nacional y popular), sería todo un gesto y ya no un gasto, sino una inversión.
Anagnórisis y La persistencia de los grillos. Ganadoras de la última fiesta.
Otro asunto a rever es la política de evaluación de las obras, tanto en la pre-selección como en la selección. Respecto de la primera, el tema de los videos. ¿Qué jurado, por más preparado que esté, se puede quedar totalmente tranquilo con su selección luego de ver 54 videos?* Respecto de la primera y la segunda, habría que dejar en claro los criterios de evaluación de antemano (sobre todo los que atañen a lo temático), para evitar que algunos elencos se inscriban inútilmente. Por ejemplo, si se va a priorizar la temática ecológica, ¿tiene sentido que un grupo inscriba su Hamlet? Para lo cual, deberían conocer aquellos criterios de antemano.
Un aspecto en apariencia menor es el de los nombres que se repiten en las fichas artísticas-técnicas de las obras y en las fichas de la organización de la fiesta o del INT. Menor solo en apariencia porque si estamos en épocas de transparentar, esos detalles pasan a ser gruesos y deben corregirse. De ese modo se evitarían suspicacias, resquemores y comentarios sotto voce. Porque que los hay, los hay. Evidentemente, no se trata de una ilegalidad, dado que en los programas de la fiesta están impresas esas coincidencias, pero ¿para qué provocar sospechas con cuestiones que se pueden evitar perfectamente y de una? Arte y parte, se decía antes.
Los jurados son otro aspecto importante, más allá de qué y cómo elijan. Sabemos que la conformación de un jurado perfecto no existe. Salvo para algunos pocos o para beneficiados directos. En general, siempre el jurado será cuestionado por alguien, por pocos o por muchos. Sí, en tiempos de diversidad, lo lógico sería que los miembros del jurado proviniesen de aquellos distintos ámbitos que –entre todos- hacen a la comunidad teatral. Algo que seguramente no es del gusto de aquellos que piensan que la comunidad teatral es solo de los teatristas, pero que con seguridad garantizaría miradas de diversos ángulos (la actuación, la investigación, la dirección, el periodismo, la gestión, el espectador, etc.), enriqueciendo las conclusiones finales.
Claro que –y es justo señalar- en muchas ocasiones esa deseada pluralidad se ha dado (y a quien suscribe le ha tocado en suerte ser parte de ella), pero sería provechoso instalarla como práctica permanente. También el murmullo, los cuestionamientos sotto voce tienen que ver con esto, con el argumento del amiguismo a la cabeza.
Como última propuesta, se sugiere instalar espacios de reflexión. Las fiestas provinciales (a diferencia de las nacionales y al menos en Mendoza) carecen de devoluciones, debates, conferencias, entrevistas abiertas o cualquier otra modalidad que ayude a pensar el teatro que se hace en la provincia. En general (desde aquellos cinco años de Jornadas de Reflexión propiciados por CRITEA-Mendoza, entre 2008 y 2012), y más allá de las fiestas provinciales, no ha habido ninguna iniciativa oficial que apunte a ello. Sería interesante. Pensar el teatro, también es hacerlo.
* https://el-pacto-de-fausto.webnode.com.ar/news/sobre-el-dano-que-hace-el-video-y-un-ejemplo/