La flor de mi secreto
Por Fausto J. Alfonso
Adiós Rumania* se introduce en el complejo entramado del amor contemporáneo. Allí donde el presente impone sus condiciones, pero el pasado puede llegar a meter la cola hasta desafiar nuestras más arraigadas convicciones. El autor colombiano Sebastián Illera propone un texto entretenido, vivo, moderno, que le saca rédito a varias problemáticas actuales relacionadas con la pareja, a partir de reproches convencionales que se van entremezclando con cuestiones más originales y elaboradas. El dolor, la ternura, la indignación y un humor discreto (que juega con el vocabulario de hoy, desacralizándolo) anima un contrapunto permanente.
Con esas palabras como material de base, Ricardo España propone una puesta dinámica en un espacio no convencional (el director tiene experiencia en el asunto) que consiste, ni más ni menos, en el cruce (¿emboscada?, ¿casualidad?, ¿destino?) entre un hombre y una mujer que han sido pareja hasta hace poco más de un mes. Un camarín del Espacio Julio Le Parc se transforma, ficción mediante, en un baño de varones de un teatro en el que se desarrolla una función de La Gaviota, de Chéjov, de la cual nos llegan sus ecos. Él (Manuel/Juan Comotti) ingresa al lugar cuando ella (Fernanda/Evelyn Janet Benavidez) ya está allí. Desde entonces, todo es fuego cruzado. Y, en la búsqueda de un entendimiento o de una explicación, sobreviene un nuevo interrogante.
Autor y director se han cuidado de no cargar las tintas, de no juzgar. Plantean una situación a partir de un giro que modifica por completo el punto de vista de uno de los personajes. Hay un cambio rotundo en las reglas de juego de esa pareja, lo que hace suponer un final tan cerrado para esa relación (desde lo ficcional) como abierto para el espectador, quien seguramente saldrá del lugar pensando y especulando qué haría en lugar de ellos. O que hubiera hecho antes de llegar donde se llegó.
El machismo, los prejuicios, el deseo, las ilusiones y la vulnerabilidad atraviesan los diálogos, que Comotti y Benavidez sobrellevan con espontaneidad, desde un realismo “irónico” -si se quiere- que va ganando en incomodidad a medida que avanzan los minutos. ¿Ocultar algo puede ayudar a preservar el amor? La sinceridad… ¿ante todo? ¿Qué entra en la categoría de “traición” y qué no en el marco de una relación amorosa? Interrogantes ricos para el debate y que emergen de las palabras y la acción.
El director plantea un juego físico pulcro -acorde con la asepsia del lugar, adaptado a los protocolos vigentes-. No se engolosina con desbordes innecesarios, pero la implícita violencia de algunas de las líneas obliga a marcar algunos roces físicos apropiados para darle verosimilitud a la situación. Momentos de crispación que hacen de ese discutir cotidiano, un duelo más profundo y cruel. Pero España no cae en la vulgaridad o el sensacionalismo, y eso hay que agradecerlo.
Las referencias al mundo teatral pueden deleitar a los amantes de esta disciplina, a partir de guiños e intertextos varios. También esa sensación de que la vida está salpicada de momentos teatrales -buscados o no, conscientes o no- que enrarecen lo cotidiano. El porqué del título, que genera paralelismos e interpretaciones diversas, queda para descubrimiento del público. Como la flor de un secreto bien escondido.
Ficha:
Adiós Rumania, de Sebastián Illera. Elencos: DerreOjo Teatro (Colombia) y El Enko Cía. Teatral (Argentina). Intérpretes: Evelyn Janet Benavidez y Juan Comotti. Dirección: Ricardo España. Espacio Julio Le Parc. Funciones cada 15 días.
*Junto con Retiro en Turquía y Huyendo de McDonald’s, Adiós Rumania conforma el tríptico Donde hay criaturas hay letrinas, impulsado por la compañía colombiana DerreOjo Teatro.