La obra de arte: la vitalidad de los 20

02.07.2017 23:58

 

Por Fausto J. Alfonso

 

En un espacio acotadísimo, saltan, trepan, vuelan, reptan, luchan, pegan y engañan. Hierven a causa de su represión sexual y sufren por culpa de las normas sociales. Son los personajes de La obra de arte, la propuesta que el Proyecto EQT, comandado por José Carlos Chiófalo, ofrece una vez por mes en La Casa Violeta y que en 2018 cumplirá 20 años en cartel, algo absolutamente inusual para el teatro de sala mendocino.

La historia se remonta justamente a 1998, cuando el EQT se llamaba Mentitas y había hecho de la UTN su sede. La inteligente adaptación que Chiófalo realizó de este cuento de Antón Chéjov, la laboriosa partitura musical con la que lo dotó* y la presencia de astutos actores jóvenes que comprendieron de una por dónde pasaba la historia, le permitieron a esta puesta ganarse rápidamente los elogios de la crítica y el público y empezar a desandar un largo camino por ya incontables salas de la Argentina y países limítrofes.

Con 19 años a cuestas La obra de arte goza de la vitalidad de un adolescente; y el temor y la picardía propios de los personajes bien podrían ser los de un adolescente promedio. Pero claro, acá estamos en la Rusia que le tocó en suerte a Chéjov, donde gente socialmente reputada se ve envuelta en una maraña de hipocresías a causa de un objeto presuntamente obsceno que, yendo de mano en mano, irá descubriendo los verdaderos deseos e intenciones de todos y cada uno. El fetichismo, la obsesión sexual, la perversión, la lujuria… todo es revelado por esa obra de arte tentadora y problemática, tan vergonzosa como irresistible.

Ya con cierto pasado como actor, Baby (como le dicen a Chiófalo los cercanos) debutó como director con La obra de arte**. Influido por Vsevolod Meyerhold y sus estudios sobre la relación música-actor, instruyó en ese aspecto y durante un largo tiempo (los procesos de Chiófalo ante cada emprendimiento suelen ser eternos) a un grupo de intérpretes que hicieron de su cuerpo literalmente un instrumento, algo que suele expresarse como lugar común pero que aquí cobra absoluto sentido en términos de musicalidad, destreza, tiempo, gestualidad y expresividad general. Con el paso del tiempo, el elenco fue cambiando; sin embargo, la orquesta sigue sonando afinada.

Un dato curioso es que del grupo originalísimo solo queda en escena Violeta Falcón. Que está impagable, hoy como ayer. Pero lo que refuerza esa curiosidad es el hecho de que su personaje no está en el cuento de Chéjov. Fue añadido por Chiófalo y, sin embargo, uno no se puede imaginar el sistema de relaciones que se establece entre todos si no existiese la desencajada Nikita Kochelkova creada por Falcón. El elenco actual se completa con Cristian Coria (Sacha Smirnov), Sara Amores (Sra. Smirnova), Ariel González (Dr. Iván Kochelkov) y Darío Aguilera (abogado Vladimir Ullov).

En La obra de arte, el director ha logrado un trabajo de síntesis que alcanza tanto al relato como a la puesta. La dinámica -que se extiende a lo largo de escasos 50 minutos- deriva de aquella simbiótica relación entre música y cuerpos. El dicho verbal, justo y potente, complementa esa gimnasia de gran atractivo visual para el espectador y nunca gratuita. El vestuario y los escasos elementos escenográficos definen tanto la cáscara social de los personajes como las manías íntimas de cada uno (por ejemplo, la Smirnova oculta no pocos accesorios entre los pliegues de su ropa). Por momentos, la luz se pliega al juego, tanto para subrayar, como para mostrar y esconder, o mejor aún, insinuar humorísticamente.

Lo obsceno deja de serlo cuando se transforma en obra de arte, dice cada personaje -palabras más, palabras menos- a su debido momento. Para constatarlo no queda otra alternativa que arrimarse a La Casa Violeta y poner a prueba nuestras propias sombras.

 

Ficha:

La obra de arte. Adaptación del cuento homónimo de Antón Chéjov. Dirección: José Carlos Chiófalo. Elenco: Proyecto EQT. Intérpretes: Violeta Falcón, Cristian Coria, Ariel González, Sara Amores y Darío Aguilera. Técnica: Natalia Cunietti y J. C. Chiófalo. Producción: Paula Ruiz Ávalos. Sala: La Casa Violeta, Paraguay 1474, Godoy Cruz.

 

* “El trabajo musical de Baby Chiófalo es de una exquisitez que no admite reparos. (...) ha construido una verdadera narración musical que acompaña, potencia y otorga sentido a a la trama. La selección y edición de distintos movimientos musicales van marcando el ritmo, aportando mensajes, construyendo la teatralidad de la obra a cada instante. Sin la presencia de la música y la forma en que ésta se suma a los elementos teatrales, la puesta en escena de La obra… perdería una parte importante de su más íntimo significado; tal es la importancia, la creatividad y la calidad que ostenta la composición musical en el marco de la propuesta”. SLUKICH, Patricia. Revista Ubú Todo Teatro, N° 30, diciembre de 1998, Mendoza.

** “Fue la primera obra que dirigí. Me acuerdo que en esa época el Festival de Estrenos estaba dividido en las categorías profesionales y amateurs. Nos inscribimos en amateurs, éramos unos chicos que nos animábamos, nada más que eso. La puesta era muy precaria, muy rústica”. LAURIENTE, Silvia. Revista Don Marlon, versión digital, octubre de 2010, Mendoza.