La pesadilla de la casita propia (u otras escenas de la vida conyugal)

01.12.2024 16:58

Por Fausto J. Alfonso

 

Nerium Park es lo suficientemente inquietante como para irse a dormir intranquilo. Tal vez la apreciación no parezca una invitación, pero lo es. Tanto como un elogio a esta propuesta que supone el retorno de Ariel Blasco a la dirección y a un terreno que domina con destreza. Ése en el que la realidad empieza a tambalear por la acción conjunta de hechos concretos de orden doméstico y social, más las fantasías de distinto orden alentadas por esos mismos hechos.

El resultado de esa fusión es un clima de incertidumbre en crecimiento permanente. Sobre la base de datos comprobables que desestabilizan su rutina, una pareja va apilando mentiras, ocultamientos, sospechas, especulaciones, actitudes paranoicas, ¿alucinaciones?... Puede que al principio todo sea para proteger la relación y/o autoprotegerse, pero las consecuencias de cada acto, aun de los más pequeños, comienzan a demostrar que los cimientos de esa sociedad a dúo no estaban pensados para las variaciones de contexto y los imprevistos.

Y, si de cimientos hablamos, también hablamos de un flamante y confortable complejo de departamentos al pie de la montaña. De esos con “amenities”. Allí se afincan Lucía y Martín, escapando del smog citadino. Pioneros en habitar el lugar, así seguirán por meses y meses. El Nerium* Park es un bonito sitio, con sus jardines y pileta, pero desierto. La intimidación de la quietud, el silencio, el vacío y la oscuridad nocturna del lugar pondrá en jaque aquel cambio idílico que esperaba la pareja. Que sumará su máximo resquebrajamiento cuando él pierda su empleo y ella, jefa de Recursos Humanos de otra empresa, padezca las consecuencias de despedir gente. Del paraíso al infierno no hay un paso. Comparten la misma dirección.

Uno de los méritos de la obra del prestigioso Josep Maria Miró** se asienta en hacer hablar de modo creíble a los ausentes por intermedio de los presentes. Y el valor de esta puesta, está en haber sabido llenar de ausencias el espacio. La incómoda sensación de que detrás de una puerta, en una ventana a lo lejos o en la piscina, hay alguien más, llega al espectador con eficacia no solo por la mirada direccionada de los personajes, sino por toda su actitud corporal (el padecimiento físico de los actores es absolutamente verosímil) y una banda de sonido cuya música y efectos bien pueden remitirnos a David Lynch. Porque el cine está ahí, donde vemos teatro. La dirección de Blasco es sobresaliente, sobre todo en lo que hace al empalme de las escenas, que permiten pasar de un tiempo a otro y de una situación a otra, con fluidez, sin choque visual y sin cambio de luces. Como si viviéramos una película con la luz prendida, presenciamos también la historia como si ocurriese en el living de nuestra casa. El logro del director no está en llevar lo doméstico hacia algo increíble, paranormal o sobrenatural. Sino en hacer de lo increíble algo doméstico. Allí anida el terror. En la convivencia con lo conocido. O que creíamos conocer.

Ignorar paulatinamente al que existe y darle entidad al que no existe es una de las consecuencias directas en esta crisis de pareja. Y también un mal de época, derivado de los problemas socio-económicos que bien plantea la obra. La inseguridad, el capitalismo salvaje, la precariedad laboral, la falta de diálogo, cuando no el resentimiento y el revanchismo son constantes que aparecen en la vida cotidiana de todos y que a veces, como es éste el caso, se agazapan tras una hermosa fachada que no tardará en cubrirse de malezas y se petrificará en el tiempo como un ejemplo más de lavado de dinero.

La elección de la casa para la puesta es otro acierto. Antes de ingresar al living donde transcurre la acción, un césped bien cortado nos predispone bien, nos anticipa la idea de comodidad y buen gusto. Ya en el interior, vemos un mobiliario ajustado a las necesidades de dos personas y un gran ventanal que nos remite a una extraescena clave. Con el confort garantizado, no habría mucho (o nada) por lo cual quejarse. Lucía y Martín acomodan sus últimas pertenencias. El almanaque analógico comienza a correr de mes en mes. La panza de ella empieza a crecer. Él sufre una regresión de tipo adolescente. Los vecinos siguen sin llegar y…

Salomé Boustani y Diego Quiroga Brobobeck se adueñan con intensidad de esa pareja que, en principio, cree haber pegado un salto hacia una vida mejor. Con virtuosa espontaneidad manejan escenas que, en ocasiones, contienen estados anímicos contrastantes. De una discusión áspera a una transitoria reconciliación con amorosas demostraciones, y de ésta a un nuevo momento de alta tensión o de terror, todo es llevado por los intérpretes como quien conduce su cotidianeidad sin la existencia de un puñado de voyeurs (o sea, nosotros). Viven su intimidad, las caricias, el sexo. Y transforman su físico y sus actitudes en consonancia con los hechos tangibles, pero también con los hechos de la imaginación, más próximos a un Paranoid Park, para seguir con el cine.

El sueño de la casita propia, que vira a pesadilla, también fue abordado hace varias décadas por José Luis Garci, en Las verdes praderas. Por aquel entonces (1979) la sociedad ya estaba muy golpeada, pero tenía una reserva de esperanza. De allí el final “incendiariamente” feliz de ese film. En Nerium Park, se acabó el margen. Su perturbador final confirma la frase inicial de esta crítica, como también su intención de elogio e invitación al espectador a instalarse en ese condominio por una hora. Pero no más de eso, por las dudas.

 

*Nerium es el nombre científico del baladre, laurel en flor o trinitaria. Arbusto con flores que se cultiva con fines ornamentales, pero que contiene compuestos tóxicos. Algo así como el Neirum Park, lindo por fuera, peligroso por dentro.

**De Miró, prolífico, prestigioso y premiado dramaturgo catalán, en Mendoza solo habíamos visto (hasta acá) El principio de Arquímedes, con dirección de Alejandro Conte.

 

FICHA:

Nerium Park, de Josep Maria Miró. Dirección: Ariel Blasco. Intérpretes: Salomé Boustani y Diego Quiroga Brobobeck. Efectos: Laura Mendoza. Fotografías: Leandro Fernández. Diseño gráfico: DAMO_DG. Prensa: Eugenia Cano. Asistencia de dirección: Estefanía Ferraro Pettignano. Función del 22-11-2024.