Laura Angélica Rodríguez cae en las redes de Fassbinder
Por Fausto J. Alfonso
Sus nombres remiten al triunfo y a lo aurático. Sin falsa modestia, reconoce que ambas cosas anidan en ella en alguna medida y más allá de lo inscripto en su partida de nacimiento. De algún modo, se puede agregar, esas características son o deberían ser propias de un actor. ¿O acaso los viejos intérpretes no eran los agonistas, los luchadores que aspiraban a un triunfo? ¿O acaso los viejos (y los nuevos) intérpretes no conllevan, en su ángel, la herramienta que determina su relación con el público?
Laura Angélica Rodríguez, integrante de Venquetetiente Teatro, es parte de esa generación de actrices que hace algo menos de diez años irrumpió en la escena mendocina en tren de renovarla. Esa camada que comenzó a valorar la dramaturgia del actor, que se despegó de la idea tradicional de grupo –con un líder visible-, y que entendió que la tarea de producción es mucho más que gestionar una fecha en un teatro oficial. Profesora en Ciencias de la Educación y licenciada en Arte Dramático, ejerce con intensidad en ambas áreas. Y por estos días, afina su última criatura: la Petra von Kant ideada por el implacable Rainer Werner Fassbinder. Pero, ¿qué fue de ella antes? Sigamos la versión del celu/grabador.
- ¿Cuándo y por qué decidiste ser actriz?
- De chica siempre tuve la inclinación, aunque no vengo de una familia que lo hubiera estimulado. Llegado un momento me pregunté qué iba a hacer y, entre otras cosas, decidí estudiar teatro. Aparte estudié otra carrera, Ciencias de la Educación, de la que me recibí y trabajo.
- ¿No tenías antecedentes actorales en la familia?
- El padre de mi papá, a quien no conocí porque falleció cuando mi papá era muy chico, era actor en el gremio del cual formaba parte. Era obrero en una fábrica de licores que se llama -porque aún existe- Orandi y Massera. Ahí era actor. Sí hay en mi familia músicos, muchos artistas amateurs, mi abuelo toca el bandoneón... Pero a nivel actuación, sólo ese antecedente.
- ¿Qué tiene de interesante ser actriz?
- Hay algo que me atrae a dedicarme a este tipo de cosas que a veces pareciera inexplicable. Esta capacidad, esta posibilidad de vivir otras vidas, pasar por otras situaciones, realizar otras acciones, vivir otros sentimientos… Es decir, todo lo que implica ser otra persona en la piel de un personaje es interesante.
- Sin importar que eso nunca va a ser propio.
- Claro, exactamente. Puede sonar un poco esquizofrénico, pero en realidad no lo es. Algo que nunca es propio, pero a la vez lo es.
- Una creación.
- Una creación que es real, pero a la vez ficción.
- ¿En qué punto se rozan o complementan tus dos carreras?
- Viste que el docente necesita un poco de histrionismo para ser una persona que los alumnos quieran ver y escuchar. Por ejemplo, ahora estoy trabajando en un terciario, donde doy clases de Teatro para un grupo de alumnas. Pero también doy en otra materia que es específica de Ciencias de la Educación, por mi perfil de ser licenciada en Arte Dramático, por la idea de que se puede generar esa movilización desde esa parte más histriónica. Sí, hay una conexión. Desde el momento que te querés poner frente a varias personas hay algo en vos que hace que quiere que la gente te vea, te preste atención y te escuche. Tal vez eso tengan en común la docencia y el teatro. Y ya que estamos, quería agregarte otra cosa que tiene que ver con la docencia. Es una de las experiencias que más satisfacción me han dado. Es el taller de teatro que coordino en la cárcel, en San Felipe, la unidad de jóvenes y adultos, en el equipo de Pablo Flores. Una experiencia que te mantiene realmente en el aquí y ahora, exige una forma de encarar el trabajo totalmente contextualizada, es decir, ¿cómo le escapás a ese lugar, a los muros? Es un lugar donde realmente hacés teatro y dónde los pibes te esperan cada semana con muuuchas cosas para decir. Tengo la posibilidad de trabajar con ellos diversas actividades, desde ejercicios de yoga a lectura, obviamente improvisaciones, baile y canto. Siempre haciendo que sea un espacio de re-construcción de la identidad, de re-encuentro con sus familias, con ellos mismos, con los compañeros. Procesos teatrales cortos, con construcción de una muestra que se comparte el día de la visita con los familiares. ¿Qué otra cosa sería el convivio, no?
- ¿Siempre te interesó ponerte frente a las personas y llamar la atención?
- Sí, desde siempre. Primero me disfrazaba y jugaba sola, después ante mis hermanos. Siempre me disfrazaba. En el barrio me decían “ahí salió la gitana”, porque salía disfrazada a jugar. Era parte de mi personalidad.
- ¿En qué barrio te criaste?
- Nací acá en el centro, pero me crié en Gutiérrez.
- ¿Cómo viviste tu paso por la educación formal de teatro, por la Universidad?
- Yo no había tenido mucha formación por afuera, así que para mí todo era bastante nuevo. Fui parte de una promoción que era muy crítica de todo lo que recibía, pero para mí era todo nuevo. Después empecé con mi movida, a buscar… Solo había tenido algunas experiencias en la secundaria, con Ramiro Villalba.
- ¿O sea que tu interés por lo brechtiano ya viene desde ese entonces?
- Exactamente, tal cual. Me acuerdo que en la escuela secundaria teníamos un proyecto que era representar los actos escolares. El primero y único que hicimos fue el Día de la Bandera. Quedó trunco por quemar una bandera.
- No se entendió la puesta.
- No… (risas) pero el grupo de alumnos que lo hacíamos estábamos muy motivados. Hacíamos un trabajo importante. Ramiro tiene un enfoque bastante intelectual, con un montón de trabajo de mesa y análisis, que para chicos tan chicos tenía una complejidad ideológica importante.
- Una vez que egresaste como actriz, te fuiste metiendo en otras áreas vinculadas con el teatro. ¿Fue por necesidad? ¿Por gusto?
- En el caso de la investigación empecé con interés desde la facultad. Tengo una parte racional demasiado arraigada. De hecho ahora estoy en un sabático de la investigación porque he decidido que quiero desarrollar más mi otro hemisferio. Pero soy muy lectora, me gusta escribir…
- Algo que se le suele reprochar a actores y actrices es que no reflexionan sobre su trabajo, más allá del período concreto en que están trabajando en la creación de un personaje.
- A mí me gusta hacerlo. De todos modos, los grupos de investigación que yo he integrado nunca han tenido que ver con cosas específicas de la actuación. Hemos estado trabajando bastante con el tema del teatro social acá en Mendoza, temas emergentes o nichos de investigación. También depende de los profesores que convocan. Pero sí, igualmente al haber leído mucho, eso en un punto también te hace echar luz a lo que vas haciendo. Bueno, la idea es que el docente, de lo que sea, también pueda hacer eso.
- Y en la producción, ¿cómo te metiste?
- Fue en la época del seminario final de la facultad y después con la formación del elenco Venquetetiente. Primero, sin saber demasiado. Es un campo que se me da fácil. Seguro que tengo miles de cosa que mejorar, pero es un trabajo que me interesa, que no me resulta tan complicado y que me parece que se ha dado bastante productivo. En el elenco yo hago todo lo que tiene que ver con la gestión, junto con Ana Pistone. Después empecé a trabajar en el Festival de Nuevas Tendencias, con Vilma Rupolo. Esa es una máquina enorme, el año pasado éramos cuatro personas. Todo un desafío, un monstruo. Es un festival con pocos recursos, pero que siempre termina siendo enorme. Hay que prestarle mucha atención, dedicarle un montón de tiempo y con muy poco hacer que las cosas salgan bien para todos. Es un mes de vivir locamente, exclusivamente para eso. Es interesante.
Como en una película de Buñuel, el sonido potente de una ambulancia eclipsa la charla y amenaza con sepultar algún dato que se presume importante para el espectador, aquí lector. Pero no, la sirena se transforma en un guión. Muy molesto, pero guión al fin.
- ¿Cómo fue la experiencia de escribir colectivamente para el ciclo Cortodramas?
- Escribir colectivamente Nada, Jorgito fue un proceso totalmente nuevo para el elenco. Por primera vez escribíamos y por primera vez, una de nosotras, dirigía (Margarita Cubillos asumió el rol). Trabajamos con la idea del relato como disparador, a partir del cual cada una generó un relato propio sobre cualquier tema particular. Aparecieron temas bastante emocionales en cada una, relatos de situaciones y estados de los personajes. Luego empezamos a improvisar, habíamos visto un video de unas jugadoras de fútbol americano en un vestuario después de perder un partido, y era muy intenso. Ese fue el disparador para situar estos relatos en un lugar específico, el vestuario. Accionamos desde nuestra relación personal con el deporte, sabiendo siempre que la idea no era mostrar un entrenamiento de quién sabe qué deporte, sino todas las tensiones que se generan entre los personajes desde el vínculo personal al deportivo. Fue una experiencia muy divertida para nosotras, disfrutamos de hacerlo. La participación de Federico Paez en la idea escenográfica también fue importante. El dispositivo mostraba unos cubículos individuales pegados el uno al otro, y detrás de ellos, el espacio de entrenamiento. Con esto, se reforzaba desde la puesta, con cada personaje solo en su espacio reducido, intentando comunicarse con los otros sin poder hacerlo realmente, la idea de la soledad, algo en lo que venimos trabajando, y de que aparentemente, no pasa nada, todo se soluciona con un Jorgito.
- ¿Has hecho danza?
- Sí, como complemento y entrenamiento, de modo amateur. Es una actividad que me hace muy bien. He tomado varios cursos. Ahora, hace un par de años, estoy con Lisandro Gómez, de Otro Ojo. Es una herramienta que te mantiene el cuerpo activo, en cuestiones básicas de acción-reacción fundamentales para el actor. También hace un par de años estoy tomando clases de actuación con Manuel García Migani. Cuestiones básicas que se van complejizando en el trabajo que vamos haciendo. Para mí es fundamental tener un entrenamiento. Viste que los músicos y los bailarines ensayan y entrenan todo el tiempo. La pregunta es cuál es el entrenamiento de los actores, más allá de trabajar para la puesta. Es como que no hay. Me pareció interesante la propuesta de Manuel y me parece importante mantenerse activo.
- ¿Cuál fue tu primer trabajo profesional en el teatro?
- Durante mi época universitaria, como hacía las dos carreras a la vez y siempre he sido una persona muy ordenada, no tuve muchas experiencias, así que el primer trabajo fue Querer a las hermanas. Mi idea es permanecer en el teatro siendo actriz, pero también hacer un montón de otras cosas. Antes de Querer… estuvimos un año y medio haciendo funciones del seminario, de gira. Casi hasta llegamos a Francia, la tierra de Juana de Arco.
Juana, doncella de Orleans fue la puesta con la que se recibió la promoción de actores de la que forma parte Laura. La obra pertenece a Julio Millares y, como siempre, para su montaje se invitó a un director. La tarea recayó en el experimentado puestista porteño Roberto Aguirre, quien con el tiempo se convirtió en el director general de Venquetetiente, grupo que se desprendió de aquel seminario de tesis y que ocho años después sigue produciendo. Hoy el elenco está conformado por Margarita Cubillos, Elena Schell, Betsabé Quinteros y Laura Rodríguez en actuación; Ana Pistone en producción y Noelia Torres en iluminación.
- El seminario fue decisivo para la formación del elenco Venquetetiente.
- Sí. De hecho todas las chicas que nos quedamos en Mendoza en ese momento conformamos el elenco. Ha habido cambios y ahora, cuando estrenemos la próxima obra, se verán más cambios.
- ¿Se decidió de entrada que fuesen solo mujeres?
- En realidad la conformación del elenco fue una idea de Roberto. Como habíamos viajado tanto con el seminario, hecho tantas funciones… Hubo mucha gente que se fue a Buenos Aires y la casualidad dio que quedáramos todas chicas. Pero hemos tenido actores invitados.
- ¿Cómo se trabaja con un director a la distancia?
- Roberto siempre está. Aunque no lo veamos. Es un gran puestista, pero también un gran motivador. Un tipo que sabe cómo hacer que un grupo funcione. Eso es lo que hace que nosotros mantengamos este vínculo con él. Resolvemos ciertos problemas a partir de llamarlo por teléfono, contarle qué está pasando…
- ¿Te suena esto?: Me pones enferma. Nunca sé cuál es la verdadera razón por la que estás conmigo, si es porque tengo dinero y te doy oportunidades o porque… porque me quieres.
- Sí!
- ¿Es cómo haberlo dicho?
- Como haberlo dicho.
- ¿Cómo llegan a la obra de Fassbinder?
- Este es un elenco de muchas mujeres. Parece fácil, pero a veces es complicado dar con una obra y que nos guste a todas. Después de Oráculo, en el 2012 y después de hacer funciones de las tres obras que teníamos, vino Elena Schnell con la propuesta de Las amargas lágrimas de Petra von Kant. La leímos, nos gustó y ese mismo día lo llamamos a Roberto Aguirre. La primera lectura fue exploratoria, bastante exploratoria, te diría. A medida que empezamos a avanzar y a profundizar en el trabajo, empezamos a descubrir cada vez más la complejidad de lo que propone esta obra para las actrices. Es fuerte, comprometida. Es un proceso que nos ha demandado mucho tiempo.
- ¿Cómo se decide el reparto de los personajes?
- Elena propuso el reparto, después se lo propuso a Roberto y él estuvo de acuerdo.
- Petra es una mujer muy jodida. Y todo lo que pasa es terrible y difícil.
- Es muy terrible y ha sido todo muy difícil. En enero del año pasado tuvimos un encuentro intensivo con Roberto, veinte días trabajando mañana y tarde muchas horas. Dejó la puesta montada. Luego le propusimos a Manuel García si quería ser nuestro director de actores. Es una persona con un conocimiento impresionante, súper exigente y detallista.
El elenco Venquetetiente tiene en su haber tres puestas: Querer a las hermanas (dramaturgia colectiva), Las Troyanas (de Eurípides) y Oráculo (de Sacha Barrera Oro). Todas ellas recibieron elogios, algunos premios y la aceptación del público. El cuidado formal, la originalidad de los montajes y el comprometido trabajo actoral son marcas de fábrica del grupo. Según Laura, Las amargas lágrimas de Petra von Kant representa “algo muy distinto a lo que veníamos haciendo. Fue un largo proceso para llegar hasta algunos lugares a donde el director quería llegar y que a nosotros también nos parecía que había que llegar desde la construcción del personaje. Sutilezas muy pequeñas… Cuando llegamos ahí, empezó a avanzar la puesta”.
Las amargas…, que retrata los días de una prestigiosa diseñadora y la relación que sostiene fundamentalmente con una joven, fue estrenada en junio de 1971 en el Frankfurt Experimenta, con dirección de Peer Raben. Su autor, R.W.Fassbinder, la llevaría al cine al año siguiente, con el protagónico de Margit Cartensen, que aquí y ahora recae en Laura.
- Petra es mala y manipuladora.
- (Semi-indignada) No es ni mala ni manipuladora. Es… la soledad. Que es algo de todos los personajes. Todos los personajes están muy solos, esclavizados. Crean unos vínculos que.. sí… están basados en la manipulación…
- Fassbinder era un gran manipulador.
- De hecho en el trasfondo de la obra es como si él fuera Petra. Para nosotras la soledad es el tema principal. Y hablar sobre el lugar de la mujer. Petra es súper exitosa y a pesar de eso está sola y le ha ido muy mal en todas las relaciones que ha establecido, incluso con su madre, con su hija… no le queda nada.
- La escenografía de la película se presenta recargada, asfixiante y en un solo espacio. ¿Cuál es el planteo de ustedes?
- Claro, en la película es el estudio de Petra convertido en un cuarto.
- Y todo transcurre en la cama. Se come, se habla y se atiende a la visita allí.
- Es como un signo de esta mujer, que nunca recibe una visita. Tiene su cama ahí, donde se recibe a la gente. Y está siempre ahí, sola. La idea es mantener ese encierro y claustrofobia, y estar cerca del público. Que éste se ubique de modo semicircular al escenario. Queremos estrenar en la sala Ana Frank para lograr esa intimidad. Las amargas… integra una tetralogía de obras que componen el melodrama distanciado.
- ¿Y ustedes pretenden eso?
- Sí, pretende ser eso lo nuestro. Pretende ser muy sutil. La obra tiene mucho texto, pero la idea es que (y tal vez debería ser así en todas las obras) el texto esté, pero que además esté pasando algo más. Ya en la primera escena hay una intensidad importante que intentamos que no esté en el texto. Que éste pase a un segundo plano y que lo importante e interesante para ver sean esos cuerpos en tensión, enfrentados por sus creencias sobre cómo debe ser la vida de una mujer.