Netflix x 2: pulgar para abajo, pulgar para arriba
Por Fausto J. Alfonso
La insistencia forma parte de la esencia del masoquismo. Ir una y otra vez a Netflix intentando encontrar algo valioso es, por lo tanto, una actitud masoquista. Porque generalmente, la plataforma paga con sufrimiento, con frustración, con fiascos. Y son contados los casos donde el goce provenga de la mano de una buena película. En una última incursión detectamos, como no podía ser de otro modo, varias de cal y pocas de arena. La decisión de escoger una y una para comentar, pasa por potenciar un título poco “prenseado” y relativizar las bondades de alguien “consagrado”. Consagrada, en este caso.
La de cal -empecemos por ella- viene de la mano de Sofía Coppola, que supo transitar épocas mejores, sobre todo a fines de los ’90 y principios de los 2000, con Las vírgenes suicidas y Perdidos en Tokio. En El seductor (foto inferior), sin embargo, se la nota alicaída. Su propuesta es lánguida y tan políticamente correcta que decidió eliminar al único personaje negro del original: una esclava. A verrrrr… La acción se sitúa en 1864, en Virginia, en el contexto de la Guerra de Secesión. Si algo había entonces eran esclavas negras. Le salió el tiro por la culata. Ella dijo que fue por prudencia y para no estigmatizar. Sin embargo, le llovieron las críticas por ejercer el whitewashing.
Dejando al margen ese punto, la historia de un cabo yanqui que, moribundo, es acogido en una escuela de señoritas aislada en un bosque, transita por los carriles más convencionales, de punta a punta. Repasa todas las manías de un internado represivo, entre cuchicheos, rezos y celos que se vuelven cada vez más enfermizos a medida que el militar se va recuperando y ganando admiradoras. Todo con una ambientación y fotografía prolijas y acordes al asunto, pero que no suman novedades.
Básicamente, a la película le falta nervio. Estrenada en 2017, es un remake de la mucho más crispada versión que en el ’71 hiciera Don Siegel, con Clint Eastwood como protagonista. Ambas, basadas en la novela de Thomas P. Cullinan, The beguiled, de 1966.
Ahora el galán es Colin Farrell y en el elenco femenino (que encarna a dos maestras y cinco alumnas, en un arco de edad que va, más o menos, de los 10 a los 45 años) figuran Nicole Kidman, Kirsten Dunst y Elle Fanning. Ni ellas ni el resto de las chicas -tampoco él- hacen un mínimo esfuerzo por generar un interés que escape de lo previsible. Es cierto que los personajes no son de una sola pieza, pero si en algún momento cambian es solo por conveniencia, porque las acciones lo llevan a eso, y no porque tengan una personalidad compleja, contradicciones insalvables u otra característica.
Lo sorprendente de todo este asunto, es que Sofia haya ganado el premio a la mejor dirección en Cannes 2017, con esta propuesta desangelada, carente de fuerza narrativa y mal adaptada.
La de arena, en tanto, es Curtiz (foto superior). Llega de la mano del desconocido húngaro Tamas Yvan Topolanszky. De hecho, es su primera película y comparte el guión con Zsuzsanna Bak, sobre una historia de Ward Parry. El título se refiere al director Manó Kertész Kaminer, más conocido como Michael Curtiz, responsable de más de 150 films, entre los que cabe Casablanca, a cuyo rodaje se refiere esta elegantísima producción húngara del 2019.
Si bien queda dicho que no se trata de una biopic, referencias varias -planteadas sin subrayados- nos hacen comprender buena parte de su historia, sobre todo del primer tramo de su vida, en Europa. Pero el foco está puesto más que nada en los distintos frentes de batalla que se le abrieron durante el rodaje de la mítica Casablanca: la reaparición de una hija abandonada, la relación con su tercera esposa, los conflictos con los intérpretes, la incertidumbre en torno de su hermana, los problemas presupuestarios y de logística, los choques con el feroz Jack Warner y las pulseadas con el comité censor. Porque no olvidemos que Casablanca fue rodada en plena Segunda Guerra Mundial y no menos plena vigencia del Código Hays. Parecía demasiado para un solo hombre.
Sin embargo, Misi, como le decían otros húngaros exiliados, tenía con qué hacerle frente a todo eso: mucha voluntad, mucho temperamento y mucho ingenio (impagable la escena con los enanos, dicho sea de paso). Que se sumaban, claro, a su lado oscuro: era pedante, maltratador y mujeriego. No tenía empacho en asegurar que donde sucedía la magia no era en la pantalla sino en el “casting sábana” (sic). Hoy, lógicamente, estaría en la cumbre del top ten de acosadores. Además, Curtiz hablaba un pésimo inglés, que más de una vez lo condujo al ridículo (atenti a la presencia de los caniches).
Topolanszky, sin perder jamás la finura y valiéndose de un impactante blanco y negro, apenas salpicado de rojo y azul, crea una obra que excede la cinefilia, ya que puede entretener a cualquier espectador y no solo a entendidos en la materia. Personaje complejo, que trata de estúpidos a los inmigrantes cuando es de uno de ellos, Curtiz encuentra en Björn Freiberg a un muy buen intérprete, verosímil en los momentos de introspección y magnético en las situaciones escandalosas. A él lo secunda un ajustadísimo elenco.
Quizás en algunas escenas el director se exceda con sus travellings circulares, que vuelven a la película una calesita. Pero simulemos que se trata de un homenaje a Misi, a quien tanto le gustaba mover la cámara. La bella música de Gábor Subicz y el atinado vestuario suman sensualidad y glamour a un retrato de época que, en lo profundo, era trágico y plagado de incertidumbres.
Una de esas incertidumbres, llevadas al terreno de lo artístico, pasaba por decidir qué retratar y cómo hacerlo. Y ahí la película abre varios debates lindos. ¿Casablanca debía retratar la historia o la esperanza? Respecto de los alemanes, ¿cómo mostrarlos? ¿Todo actor alemán es bueno para representar a un nazi, porque lleva en sí un nazi encubierto? Picante esto último. Para encontrar las respuestas, no queda otra que ver el film.
Fichas:
El seductor (The beguiled, EEUU, 2017, 91’). Dirección: Sofia Coppola. Guión: S. Coppola (sobre la novela de Thomas Cullinan). Música: Phoenix. Fotografía: Philippe Le Sourd. Intérpretes: Colin Farrell, Nicole Kidman, Kirsten Dunst, Elle Fanning, Oona Laurence, Angourie Rice, Addison Riecke y Emma Howard.
Curtiz (Ídem, Hungría, 2019, 98’). Dirección: Tamas Yvan Topolanszky. Guión: T. Y. Topolanszky y Zsuzsanna Bak (sobre una historia de Ward Parry). Música: Gábor Subicz. Fotografía: Zoltan Devenyi. Intérpretes: Björn Freiberg, Evelin Dobos, Lili Bordán, Nikolett Barabas, Caroline Boulton y Declan Hannigan.