Pensar el teatro... y pensarlo bien

30.09.2019 21:38

Por Fausto J. Alfonso

 

SANTA FE. XV ARGENTINO DE ARTES ESCÉNICAS. Capítulo III. Entre debates, funciones y entrevistas abiertas, el Argentino desandó su tercera jornada con un público ávido que iba y venía desde y hacia las distintas salas del Foro Cultural Universitario y del Teatro Municipal 1° de Mayo. Mauricio Dayub escuchó (y respondió) preguntas de quien quisiera hacerlas y los docentes universitarios expusieron y discutieron sobre Tensiones entre teoría y práctica en el ejercicio de la actividad escénica. Viviana Fernández, Julia Lavatelli, Aldo Pricco, Verónica Pérez Luna y Denisse Oswald, todos/as provenientes de distintas universidades públicas del país, reflexionaron bajo la coordinación general de Norma Cabrera.

La temática se retomaría en la cuarta jornada, con la presencia de Ana Yukelson, María Martha Gigena, Víctor Arrojo, Paula Tabachnik y Valeria Folini, con moderación de Nidia Maidana. La trascendencia que este Argentino le dio a la parte pedagógica se acentuó con un espacio (Encuentro liminar) en el que se discutió una posible Red Universitaria Escénica.

Pero, ¿qué pasó sobre las tablas? Allí mismo el teatro también reflexionó sobre sí. Porque con El immitador de Demmóstenes (C.A.B.A.), el público pudo enfrentarse a un peculiar momento: un espectáculo que se monta, se interroga, se prueba, se compara y se burla de sí, todo en simultáneo. Una idea muy atractiva pergeñada por Gonzalo Córdova, Diego Vainer y Diego Starosta, protagonizada por este último, y apoyada en textos de Sanchís Sinisterra y Badiou. Todo un hallazgo, donde el teatro se piensa haciéndolo, mientras la filosofía, la política y el arte en general tejen tramas que lo atraviesan. A El immitador… no le faltan ideas de puesta ni riesgo físico. Es ambicioso, pero no pedante. Un personaje metido en un loop, donde el vacío y el silencio son interpelados desde una especie de conferencia. Una disertación teatral nada rígida, más bien gimnástica, donde la escena puede parangonar sus materias primas con las del Estado. O con las del Cine. Desde el lugar común, las supuestas diferencias, las ironías… “Una obra moderna, pero no tanto...”, dice el émulo del filósofo griego. Starosta entrena frente a todos su cuerpo grande. Construye y destruye la escena de modo conceptual y material. Está listo para pelear. De hecho por momentos se calza unos Corti. Muestra la fugacidad del acto creativo. La fugacidad de todo. No, de todo no. Porque también se cuela el lenguaje audiovisual (en escenas de aguda originalidad). Un lenguaje al que se le ocurre archivar todo: políticos, teatristas, textos. Se le ocurre acabar con la fugacidad. Un lenguaje que al tiempo que ridiculiza al teatro, lo potencia. El immitador… vale la pena.

Por otro lado, la experimentada Silvina Grinberg y la Compañía Helena llegaron a Santa Fe con El escape del gusano, una propuesta de danza-teatro. Una especie de distopía, pero en tono paródico, donde el mono se ha humanizado a fuerza de Coca-Cola, los hombres son pantallas en sí mismos y los clones moneda corriente. Lo que primero se insinúa como una gesta deportiva, a los treinta segundos se transforma en un Gran Hermano atlético, una caricatura del consumo y la tecnología, y una oda antibélica y anti liderazgos perniciosos. Tanta cosa, tanto mensaje, tiene su contracara humorística, fresca, que permite disfrutar de lo estrictamente coreográfico cuando el mar de fondo es pesado. Un banner electrónico, a modo de sobretitulado, comenta e ironiza cuestiones de la escena. Un gusano llamativo y entretenido.

La tanda de obras incluyó también La jauría de las damas, con dramaturgia y dirección de Adrián Airala, que se estrenara en el contexto del XIV Argentino y reseñáramos oportunamente (https://el-pacto-de-fausto.webnode.com.ar/news/arpias-con-cultura-enciclopedica/).

 

 

Fotos (de arriba hacia abajo): Los docentes universitarios discuten el teatro; Diego Starosta en El immitador de Demmóstenes; y una imagen de El escape del gusano, dirigida por Silvina Grinberg.