Placer y dolor de escapar a la norma

17.04.2019 18:02

Por Fausto J. Alfonso

 

Una mujer está a punto de explotar. Y finalmente lo hace. Pero más que de una explosión, se trata de una implosión. Norma no quiere saber más nada con el mundo y se repliega en su departamento, en un riesgoso aislamiento que nos hace pensar -de modo incómodo- en temas como la libertad y el individualismo. Guillermo Heras, desde la dramaturgia, y Gustavo Casanova, en la dirección, le acercan las armas a la actriz Eliana Dottori para que se atrinchere. Ella cumple con precisión, como si se tratase de una francotiradora de la actuación.

En Naufragios, tal el nombre de la propuesta, son muchos los aspectos que se barajan relacionados con este mundo cruel que nos está tocando en suerte. Cuestiones sociales, políticas y tecnológicas que lejos de asegurarnos un bienestar, nos devuelven al estado de primates. Con una diferencia respecto de aquellos viejos homínidos: tanto mandato cultural, presiones, pan y circo, nos han transformado en criaturas domesticadas.

Como hoy todo es ficción que intenta pasar por verdad, la mujer sufre las consecuencias del Gran Hermano e incuba una violencia de origen mediático, mientras por el vidrio de su ventana -única conexión con el afuera- ve el eco perturbador de una realidad macabra, poblada de gente difusa en situación difusa.

El marco escenográfico contribuye a la protección (pero también claustrofobia) buscada. Gris, de bordes acerados, con varios cruces de líneas verticales, horizontales y oblicuas, parece un bunker artesanal, improvisado con desesperación. Como si se hubiese tapiado la guarida con metal. El desorden y las decenas de libros importantes esparcidos por todos lados, revelan el descontrol emocional de un pasado intelectual. Que ha sido vencido, de modo aplastante, por la frivolidad del presente. Los libros no sirven para nada. Y también pueden ser víctimas de la violencia que engendró la violencia.

En esa prisión domiciliaria, Norma hace una reivindicación del estar a gusto con uno mismo, en una especie de onanismo que supera lo genital. Del otro lado, tras las negras cortinas, están las miradas condenatorias. El buen y variado trabajo de luces genera microclimas en ese espacio estrecho, siempre amenazado y en semipenumbra. “Mi cama es mi reino, mi república es mi cuerpo”, dirá ella, mientras piensa en el asesinato como una obra de arte, hacha en mano.

Dottori domina todo el espacio con seguridad, entona un canto sádico y baila una danza paródica y patética a la vez. Actúa y simula; recrea con sutileza y picardía algunos aspectos de su pasado, pero también otros, de esos que avivan el asco y la hacen trinar en el presente. El sexo es descubrimiento y horror. En el departamento de arriba, una pareja gime descontroladamente. Eso no ayuda. Aviva ciertos fantasmas familiares. El ayer y el hoy se potencian.

Hace poco reflexionábamos desde este sitio sobre la escasez de un teatro políticamente incorrecto. Naufragios sí es una obra políticamente incorrecta. De un anarquismo raro. Casanova nos va haciendo entrar de a poco, como para que no se note de una la cornisa en la que estamos (y terminamos) parados. ¿Hasta dónde está buena la actitud de Norma (un nombre que se escapa de sí mismo, dicho sea de paso)? Lo suyo, ¿es una genuina toma de posición de combate? ¿O apenas se trata de una mascarada para evitar hacerle frente a la realidad? ¿Encerrarse es queja o resignación? El público sale pensando, sin dudas.

Pero el público es un colectivo, aunque también una simple suma de individuos autónomos. Cuando se va pensando… ¿en calidad de qué lo hace? That is the question.

 

Ficha:

Naufragios, de Guillermo Heras. Puesta en escena y dirección: Gustavo Casanova. Intérprete: Eliana Dottori. Diseño de vestuario y de escenografía: Lourdes Giunta. Diseño de luces: Tito Garnica. Música y diseño sonoro: Arturo Tascheret. Video: Charly Farina. Diseño de imagen: Sebastián Castro. Colaboración artística: Emmanuel Molina. Espacio: Enkosala Gladys Ravalle (Alte. Brown 755, Godoy Cruz). Función del 13-04-19, en el marco del XVII Encuentro de Teatro por la Memoria “Abrir huellas”.