Realmente, lo que se dice un pecado
Por Fausto J. Alfonso
No es poco lo que ofrece Pecados capitales: un viaje hacia las profundidades. El problema es que nada de todo eso que exhibe genera un interés genuino, siquiera una expectativa. La propuesta, escrita y dirigida por Agustín Díaz, es una especie de embrollo genérico y estético, donde lo revisteril, los pasos de sitcom y el drama musical de denuncia (leyó bien en los tres casos) se amontonan sobre el escenario y sobreviven, a los codazos, de escena a escena.
El conjunto es un compendio de habilidades inconducentes, bajo las que subyace un cuestionamiento -remanido hasta el hartazgo- a la ambición, el poder, el morbo y el sensacionalismo televisivo. La historia presenta a una familia en aprietos (que incluye personajes que no gravitan para nada, solo hacen masa) tras la muerte del varón del que, evidentemente, dependían todos y no les ha dejado nada. Para salvarse económicamente, “sacrifican” a dos de las hijas haciéndolas participar en una suerte de concurso/reality. Todo carece de gracia, así de simple, y está saturado de previsibilidad.
Se nota mucho que las piezas tratan de encajar bajo presión, a partir de una evidente porfía de ser creativo, crítico y entretenido al mismo tiempo. Algo que pocos consiguen, se sabe. Plena en clisés sobre (¡sólo faltó decir!) “la caja boba”, el mundo de la publicidad y la cosificación de la mujer, los textos explican lo mismo que se está viendo. La pretensión de comedia alocada choca de frente contra los momentos “graves” y/o aleccionadores; las parodias (¿o no lo son?) coreográficas no deslumbran; y las proyecciones lavadas opacan el presunto o falso brillo con el que se quiere revestir al asunto.
Su final irónico (al fin y al cabo, degradarse por dinero no está tan mal) llega tras poco más de una hora que se hace eteeeeeeerna. Solo se luce un gran actor, David Laguna. Claro que con las imposiciones del estereotipo que le tocó en suerte y muy a pesar (o a su pesar, no lo sabemos) de esto, eso y aquello. Dos actrices por demás solventes, qué duda cabe, Diana Wol y Celeste Álvarez, quedan entrampadas en este menjunje que no por nuevo es novedoso, no por movedizo es ágil y no por colorido es atractivo. Quedan inmersas en una impostada histeria colectiva y en este punto es la tele, por comparación, la que sale ganando.
Todo huele a un collage añejo y mal entrazado, en el que forma y fondo quedan en deuda con un espectador al que le prometieron “la” superproducción. Un pecado, realmente.
Ficha:
Pecados capitales: un viaje hacia las profundidades. Dramaturgia y dirección general: Agustín Díaz. Dirección coreográfica: Paloma Puliti. Actuación protagónica: Clara Forlán de Paz, Giuliana Mattiazzo, David Laguna, Diana Wol, Celeste Álvarez, Gabriel Vázquez y Celeste Calderón. Actuaciones de reparto: Camila Jardel, Victoria Bernal, Sofía Persia y Keko Barrios. Ensamble físico: Alfonsina Alfaro, Camila Jardel, David Rivera, Keko Barrios, Magalí Aguilera, Sofía Persia, Sol Choren, Victoria Bernal, Luisina González, Delfina Mascaró y Julia Antoniocci. Diseño y confección de vestuario: Violeta Elia Moyano. Diseño de utilería: Violeta Elia Moyano. Diseño de animación digital: Mario Abel Guevara. Edición y grabación de voz: Joaquín López. Fotografía y diseño gráfico: Maribel Fernández. Producción general: Compañía La Monarca. Sala 2, Nave Cultural, Mendoza. Función: 05-09-2025 (en el marco del XXVI Festival de Estrenos de Teatro).