Torrijos & Sorrentino: la vigencia de una pareja real

18.11.2018 23:25

Por Fausto J. Alfonso

 

Ella es la reina del espectáculo-concert. Y él, el rey. Ambos lo son desde hace mucho y sin padecer ninguna sombra amenazante. Semana a semana, función a función, Jessica Torrijos y Adrián Sorrentino revalidan el derecho al trono, con el mismo desparpajo y compromiso de sus inicios. Le sacan lustre a las puteadas, entendiendo el humor como se debe: con creatividad y sin prejuicios ni autocensura.

En Toy enamorá (uno de sus espectáculos en cartel; el otro es ¡Basta!), Torrijos la emprende contra los sinsabores del enamoramiento, hurgando en las contradicciones, paradojas e ingenuidades que llevan a la mujer a llevarse más de un chasco en esa materia. La mirada penetrante de la actriz sobre las conductas cotidianas y no tan cotidianas de la sociedad (desde las más rústicas hasta las más tecnologizadas) se advierte ni bien comienza el show.

Toy enamorá presenta, de modo fragmentado, las desdichas de Carolina, una chica que lo da todo a cambio de nada y que, aún descartada y despreciada por el supuesto galán, lo extraña. Será una peculiar psicóloga la que le abra los ojos y le haga entender el verdadero motivo de esa “dependencia afectiva”.

El drama de Carolina se alterna con una galería de féminas de lo más diversa y desopilante, que exige de Jessica echar a las brasas toda su experiencia y conocimientos actorales. Que en este tipo de espectáculos -no está mal recordar- se ponen a prueba a cada segundo. Una duda, una pausa mal puesta, deja todo en evidencia y el bache se siente enorme.

Una Julieta Capuleto que destiñe mala suerte, una agente policial que cree tener todo bajo control y una japonesa con tendencias cleptómanas comparten sus penurias románticas y sexuales, siempre bien aderezadas con vocabulario zarpado, escatológico y delirante. Las ráfagas son mortales y, con seguridad, quien se ponga delante, desde los más pacatos a los más superados, caerán en la volteada. Pero, también con seguridad, no ahorrarán risas. Aclaración para el INADI: todo es ficción.

El paroxismo llega con la citada mujer policía, quien con un golpe de taco puede intimidar a todo un auditorio, y con su verba aguerrida podría hacer empalidecer al mismísimo Enrique Pinti. Nunca un personaje femenino ha puteado tanto, en tan poco tiempo y de manera tan reconcentrada, como la oficial en cuestión. Y con cuanto estilo…

Vestuario, accesorios y demás objetos encuentran un uso y un sentido. Igual pasa con el ínfimo dispositivo escénico, que le permite sorprender con los variados cambios de vestimenta y sostener el personaje de Carolina mostrando solo su rostro. En tanto, la luz y el sonido cumplen con lo suyo.

Enfundada en un rojo furioso, Jessica juega a la diva en la apertura y el cierre, construye en segundos una sólida relación con el espectador e invita a desdramatizar las crisis amorosas a partir de planteos absurdos o descabelladas analogías. Aunque no sin dejar de envidiar a esos pocos tortolitos que tras cincuenta años juntos ensayan caras de bobalicones y se confirman mutuamente con un “Te aaaaaamo”.

Lo de la actriz es inteligente, porque también hay una autocrítica siempre implícita en la que muchos se pueden reconocer. Las carcajadas del público son tan espontáneas como esos movimientos de cabeza en la línea “cuánta razón tiene esta mujer”.

 

Por su parte, el rey Sorrentino acaba de estrenar Siempre viva, por fuera de sus propuestas solistas (como SorreTime, uno de sus más recientes éxitos, aún en cartel). En este caso, llega acompañado por Diego Nogara y David Laguna para ofrecernos una adaptación del film de los ‘90 La muerte le sienta bien (1992), de Robert Zemeckis.

El resultado es una divertida parodia. Pero parodia al cuadrado, si tomamos aquella película como una parodia en sí misma sobre la obsesión por permanecer eternamente joven y los peculiares métodos a los que una persona es capaz de someterse con tal de lograrlo.

Aquí, la lógica ausencia de la tecnología propia del cine, hace que la estética vire del sorprendente efecto especial (¿cómo olvidar a Goldie Hawn agujereada?) al simulacro bizarro. Es allí donde funda su humor esta versión, que además resuelve con un ingenio “práctico” el cuarto personaje de la trama: la Lisle von Rhoman que Isabella Rossellini interpretara en el cine es, aquí, una de las sensuales figuras femeninas que ilustran las paredes de La Reserva Petit Theatre y su voz la de… ¡Jessica Torrijos!, justamente.

Acorde con el lugar, el espectáculo no abandona el enfoque concert sin dejar de ser tampoco una obra teatral. Los personajes se escapan del escenario, guiñan al público o lo incorporan a la trama (no haciéndolos participar, pero sí haciéndolos sentir que son el público de otra ficción, como en la escena de la presentación del libro de Helena).

Adrián Sorrentino (Magdalena) y David Laguna (Helena) asumen los roles que en el film tenían Meryl Streep y Goldie Hawn, respectivamente. Terciando está Diego Nogara, como el doctor Loctoki (el Menville que hizo Bruce Willis). Cada uno propone una creación propia, aunque llevando también a la caricatura algunos aspectos de aquellos originales.

Si bien el texto es de Laguna (respetando los núcleos del film), son indisimulables los exabruptos -improvisados y no- de Sorrentino, quien se para en su experiencia para dar acertadas pinceladas de procacidad o apelar a referencias de la cultura menduca que despanzurran (por usar un término moderno) a la platea. Nogara crea un lindo tipo, entre sumiso y desesperado, con una corporalidad acorde y mucha gracia a la hora de lo musical. Es una excelente oportunidad para verlo en una faceta absolutamente diferente, luego de su excelente labor en La persistencia de los grillos (pilar de ese espectáculo, dicho sea de paso). Laguna, a su vez, se luce en el personaje de más matices, en un abanico temperamental que va de la ingenuidad a la ferocidad. El trío maneja muy bien el timing del espectáculo.

El sonido tiene desniveles. Flaquea en las canciones (lo que perjudica el buen canto de Sorrentino) y repunta en los efectos. Algo fácil de corregir. Y el final, es algo dubitativo y también corregible.

Pero, entre humor negro, un vestuario fastuoso y también kitsch, y luces acordes con las intenciones de la intriga, Siempre viva avanza dejando bienestar en el público. Sobre el final, llega el homenaje explícito al cine y los aplausos, bien ganados.

 

Fichas:

 

Toy enamorá. Texto y actuación: Jessica Torrijos. Espacio: La Reserva Petit Theatre. Función del 16-11-18.

 

Siempre viva. Texto: David Laguna. Intérpretes: Adrián Sorrentino, David Laguna y Diego Nogara. Voces en off: Jessica Torrijos y Aníbal Villa. Asistencia técnica: Kevin Castarlenas. Vestuario: Chachi Guaquinchai. Espacio: La Reserva Petit Theatre. Función del 14-11-18.