Un héroe prudente, con un gran Sam Elliott

12.04.2020 00:48

Por Fausto J. Alfonso

 

Una película a medio tono. Tranqui, educada. Eso es en lo primero que uno piensa frente a El héroe, de Brett Haley. Un film chiquito, contenido, sobre un septuagenario que tuvo su cuarto de hora como actor de westerns (y en particular de uno: El héroe) y a quien hoy la vida le pega por los cuatro costados. O al menos por tres: sin trabajo, con un cáncer de páncreas y una hija ya grande que no le perdona su flojo rol de progenitor.

El menú está servido como para un telefilm de las cuatro de la tarde o para un dramón de desenlace fatal, pero con moraleja. Sin embargo, Haley y su co-guionista Marc Basch, pilotean la situación para no caer en una u otra cosa. Así, sin desbordes, pero también sin deslumbrar, redondean una honesta semblanza de un tipo que se hace querer desde la primera escena, cuando en una sala de grabación pone su voz (una y otra y otra y otra vez) para el anuncio de una salsa.

Y hete aquí que no es cualquier actor ni cualquier voz. Porque en el papel del desdichado Lee Hayden está nada menos que Sam Elliott y, lógicamente, su voz. Una voz que nos obliga -siempre debe ser así, aunque aquí valga el subrayado- a ver el film en su idioma original. Un vozarrón entre cansino y cavernoso que se lanza al aire tras pasar la barrera de unos bigotes portentosos, la otra marca de identidad del personaje.

El trabajo de Elliott conmueve sin necesidad de grandilocuencias. Incluso a veces, desde cierta displicencia. Él es la película y por él merece ser vista. Alrededor suyo se despliega un elenco fogueado en la tv norteamericana más la octogenaria Katharine Ross (aquella chica de El graduado), ex esposa de Hayden en la ficción y esposa de Elliott en la vida real.

El héroe pertenece a ese subgénero sobre actores en decadencia que esperan un milagro reivindicatorio. Y que, por empecinarse con algo, se terminan perdiendo mucho más. Sin embargo, en esta ocasión, no todo se echa a perder. Porque este viejo lobo (de mar y de desierto, según los paisajes que vemos) queda entrampado en una ¿improbable? relación con una chica muy joven que se dedica al stand up. Ella es Charlotte (la bonita Laura Prepon, de Orange is the new black) y está dispuesta a hacerle entender que cada cosa importa en su medida, en su momento y a su modo.

Hay varias escenitas -algunas agrias, otras simpáticas- que llegan al espectador como lo que son: destellos en la vida de un tipo que, en el fondo, es como cualquiera, con los mismos problemas. Cuando chequea la tasa de supervivencia del cáncer de pancreas sin soltar el whisky es una de ellas. Otra, el momento del casting. Y otra más, quizás la mejor, cuando es homenajeado por el Gremio de Apreciación y Preservación del Western, una entidad también ¿improbable?

También hay ratitos para sacar del ostracismo a la poetisa feminista Edna St. Vincent Millay, ver a Buster Keaton en El maquinista de La General y ¡sacrilegio! escuchar Peer Gynt como música de espera telefónica.

En fin, son 90 minutos al cabo de los cuales uno puede repensar deudas y asuntos pendientes, sobretodo si atraviesa una tormenta perfecta. O simplemente aplaudir a Sam Elliott, ése de tantas de vaqueros. Ahora menos rudo, más prudente.

 

Ficha:

El héroe (The hero, EEUU, 2017, 93’). Dirección: Brett Haley. Guión: Marc Basch y B. Haley. Música: Keegan DeWitt. Fotografía: Rib Givens. Intérpretes: Sam Elliott, Laura Prepon, Krysten Ritter, Nick Offerman y Katharine Ross.