Un nuevo juego de damas crueles

12.10.2015 18:00

Por Fausto J. Alfonso

 

Tras muchas y fructíferas experiencias como parte de La Rueda de los Deseos, Gabriela Psenda se arriesgó a la dirección tanteando caminos diversos. Esta nueva senda, valga el chiste fácil, la ha llevado a explorar la narración oral (Los secretos de Scherezade), el infantil (El extraño viaje de Nikolaus Piper) y el trabajo de grupo para adultos. A este último formato pertenece Día de gloria. Confidencial, que estrenó en 2014, rotó por distintas salas y sitios no convencionales (incluso de Valparaíso), hasta afincarse estos últimos tiempos en una casa.

Esa casa, diría el venerado Pavis, es el espacio significante. Porque el espacio significado es una extraña oficina-taller, de lo que -deducimos- debe ser una fábrica de ropa. La noble Singer y su operaria-esclava son todo un indicio de ese espacio un tanto decadente, en un tiempo impreciso. Pero tampoco nada es tan obvio. Porque ése, la Singer, como otros signos (telas, teléfono, manzana, mesa, barbijos, cenizas, etcétera) no actúan tanto por lo que funcionalmente son, sino por lo que pueden representar (una abrochadora = un arma de fuego). Y el mundo en el que se insertan es un mundo de relaciones sociales infectadas, para las que la directora y actrices han encontrado modos corporales y consecuencias fisiológicas para ilustrar: convulsiones, intoxicaciones, indigestiones… Incluso despellejamientos, que claramente hablan de una conversión.

Tomando un poco del absurdo y otro tanto del grotesco, el espectáculo va ganando en humor negro a medida que transcurren los minutos, y tras unos primeros instantes entre timoratos y dubitativos.  Si el todo no llega a ser lo contundente que debiera (considerando el tema y su planteo) se debe al desnivel actoral. Aunque las cuatro actrices derrochen fuerza y energía por igual, hay una diferencia importante entre Celeste Alvarez y el resto. Experiencia, quizás. O seguramente. Porque ella no solo exterioriza esa fuerza y energía, sino que la canaliza internamente, la proyecta en miradas y le da nuevos significados a gestos repetidos, a parlamentos a priori frívolos o a los objetos que manipula. Su personaje crece y cambia por fuera y por dentro, en tanto el resto se deja llevar por la evolución de la acción en una especie de frenesí de movimientos.

La anécdota de Día de gloria… presenta a cuatro mujeres encerradas en el sótano de una empresa y las infernales relaciones que se establecen entre ellas en torno del poder y las preferencias, los celos y los afectos. Mientras… afuera azota una peste. Propuesta nihilista, enmascarada por cierta extravagancia, juega con el sonido y la luz para generar climas de inestabilidad e incertidumbre y para conectar el adentro y el afuera (del que algo se sabe por cartas y encomiendas). Esos efectos resultan eficaces (en tanto “dicen”) desde el punto de vista estético, aunque pierden con la reiteración y, a veces, por una operación técnica poco precisa o descuidada.

Para producir el texto, el grupo se inspiró en distintos autores, los cuales todos abundan en conceptos o alegorías vinculadas con la mutación humana (y la consecuente mutación de las relaciones humanas) desde distintas perspectivas (Camus, Bauman, Kafka y Claudio Naranjo). En una entrevista, Psenda anticipó el enfoque: Día de gloria… habla del infierno propio, no del ajeno, como propone A puerta cerrada, de Sartre.

En ese sentido la propuesta es transparente, dado que viendo unos pocos momentos interpretamos por pequeños gestos o datos que en esos seres ya anida una monstruosidad (en forma de represión, resentimiento, frustración, etc.), y que ante el menor roce o pretexto de combustión estallarán descontroladamente. El ingreso a escena de un bidón de nafta (que también es un juguito estimulante) ayuda, por supuesto. A veces, la monstruosidad puede ser genética, partir de una cultura familiar, replicar la influencia materna…

Más allá de las lecturas confesas, la puesta trae a la memoria numerosas obras donde el encierro imprevisto es el escenario para sacar a la luz debilidades y perversiones. Pero también para sentirse protegido. Porque permanecer en un sitio conocido, con gente conocida, es de algún modo permanecer a salvo. Aunque eso también pueda llamarse masoquismo. O falta de voluntad para accionar. Comodidad. Y en este último sentido, El ángel exterminador de Buñuel sobrevuela la fábula.

Psenda apuesta al riesgo. Allí está su mayor aporte: la búsqueda de una identidad propia como directora. Habrá quienes encuentren cierta continuidad con su historia ligada a La rueda…, pero realmente cuesta hallar la conexión. Ha barajado y dado de nuevo. Se ha provisto de un montón de elementos, ideas y conceptos estéticos diferentes. Día de gloria… es un atendible inicio.

Ficha:

Día de gloria. Confidencial. Creación colectiva. Dirección: Gabriela Psenda. Asistencia dramatúrgica: Neftalí Villalba. Intérpretes: Celeste Alvarez, Malena Amín, Marina Sananes, Florencia Manino y Ana Blanc. Música en vivo: Karim Villalba. Diseño lumínico: Tito Garnica. Escenografía: Andrés Guerci y Paula Casciani. Video: Franco Perosa. Lavalle 537 (función del 11/10/15).