Una delicia llamada Belfast

21.01.2022 13:20

Por Fausto J. Alfonso

 

En buena medida, Kenneth Branagh nos acostumbró al gran espectáculo y a las grandes ideas. A los héroes portentosos y las magnas hazañas. Shakespeare tuvo mucho que ver en eso, pero también Stan Lee, por citar dos influencias contrastantes. En Belfast, todo aquello aparece a escala pequeñita, y el británico consigue una pintura de la vida doméstica y social de su ciudad natal -a fines de los ’60- que con el paso de los minutos se transforma en una verdadera delicia. Demuestra que su valía como director trasciende los tonos y que su sensibilidad (y también humor) le permiten momentos de intenso recogimiento y hondura, sin apelar nunca a la moralina.

En 2018, Branagh recibió las llaves de esa ciudad norirlandesa a la que ahora homenajea. La película, semiautobiográfica, es una cuidada semblanza de una barriada de gente trabajadora, con los claroscuros de todo pueblo, donde la amistad, el amor al terruño y el optimismo prevalecían. Hasta que la intolerancia contra las familias católicas del vecindario instaló la violencia y se propuso tirar todo por la borda. Los niños, que jugaban libremente por las calles a ser guerreros, debieron replegarse en sus casas, para dar paso a luchadores reales, pero para nada justicieros.

Belfast está narrada desde la mirada de Buddy, un niño de nueve años interpretado de modo notable por el debutante Jude Hill, al frente de un elenco sin fisuras. Y va integrando los distintos aspectos de su vida alternando la alegría y los temores propios de alguien en pleno cambio vital. Sus relaciones familiares, amistosas, con la autoridad y con el lugar mismo son retratadas por el director con una nostalgia agridulce, pero siempre como hechos muy vívidos, intensos aún en su pequeñez. Todo es importante para este chico: desde los temibles sermones del cura protestante hasta las conversaciones a medias que escucha entre sus padres y, más aún, hasta los anuncios radiales publicitarios, que lo llevan a robarse un detergente durante un saqueo a un supermercado porque se trata de un producto “ecobiológico”.

Branagh le saca el jugo al movimiento del barrio, pero va más allá del cuadro costumbrista. Se detiene en los rincones, escucha las confidencias, destaca siluetas en las aberturas, buscando penetrar en lo que a priori sería un simple pintoresquismo. Para ello cuenta además con dos aliados clave: Van Morrison en la música y Haris Zambarloukos con su valiosa fotografía en blanco y negro, sobrecogedora en los momentos nocturnos.

Como estamos en 1969 (la historia arranca el 15 de agosto, precisamente) es momento de hablar de los viajes a la Luna, de recibir como regalo autitos Matchbox o algún personaje de Thunderbirds, de ver por la tele Dr. Kildare y Viaje a las estrellas o en el cine Chitty Chitty Bang Bang (salvo que el pícaro padre de familia decida que todos vean Hace un millón de años, con una semidesnuda Raquel Welch, “por razones didácticas”). Hay además otras referencias cinéfilas (El hombre que mató a Liberty Valance es una de las importantes) y no es casual que, casi sobre el final del film y a poco de una nueva revuelta callejera por parte de los intolerantes religiosos, el niño esté leyendo un ejemplar de Thor, personaje que Branagh llevaría al cine en el 2011.

Pero en Belfast, el heroísmo es discreto, sin capas ni poderes especiales. Toda la familia de Buddy, y él mismo, son héroes a su modo, con imperfecciones. Hay pasajes concretos en los que tanto sus padres, como sus abuelos y su hermano se lucen heroicamente frente a la intolerancia, la injusticia o los dilemas propios de la edad. Los diálogos con su abuelo son humorísticos y sustanciosos y los trucos para que Buddy se vaya haciendo de una vida amorosa no dejan de ser graciosos y originales (atentos, además, a cómo se “literaliza” la meritocracia escolar).

El film abre en color con hermosas panorámicas de la Belfast actual. Una invitación irresistible a ingresar en un pasado cuya hermosura y placidez le puso el pecho a la violencia y el fanatismo. Una historia que merece atención ante tanta película engañapichanga que hace cola para los Oscars.

 

Ficha:

Belfast (Reino Unido, 2021, 98'). Dirección y guion: Kenneth Branagh. Música: Van Morrison. Fotografía: Haris Zambarloukos. Intérpretes: Jude Hill, Lewis McAskie, Caitriona Balfe, Jamie Dornan, Judi Dench, Ciarán Hinds, Lara McDonnell y Gerard Horan.