Una pregunta por demás tentadora
Por Fausto J. Alfonso
Tarde o temprano, la inestabilidad primero económica y luego social, repercute pegando fuerte en lo más cotidiano y esencial de una familia o de una pareja: el acto de comer. Queda claro, por ejemplo, en la última puesta del Elenco de Teatro de la UNCuyo: ¿Y si nadie paga? Una incursión por el grotesco en la que a los intérpretes que dirige Fernando Mancuso se los ve cómodos (o eso parece), exhibiendo un nivel de desborde y caricatura que arranca muy arriba y se sostiene hasta el final.
El texto es una versión libre, pero no tanto, de un clásico del Premio Nobel Darío Fo, que co-escribiera en 1974 junto a Franca Rame y Jacopo Fo: Aquí no paga nadie o Non si paga, non si paga!, según el original. Se trata de un material que plantea una problemática universal, apta para reflejar toda crisis donde quiera que ésta se desate, aunque está inspirado en sucesos de la Italia de aquel entonces.
Pero además, como la obra es, digamos, formalmente muy maleable, resulta apropiada tanto para las tentaciones de actores aficionados como para las de comediantes brillantes. Su carácter popular y el entretejido de situaciones disparatadas en la acción y caústicas en su trasfondo, permiten el juego a gusto y piacere. Claro que depende de director e intérpretes el lustre que se le saque al asunto.
En esta nueva versión se eluden precisiones de tiempo y lugar, como también referencias ideológicas obvias, lo que la aleja de la pancarta y la ubica en una zona donde vale puramente lo primordialmente humano del conflicto que se plantea. El director/adaptador no cae en la trampa obvia de las asociaciones. Corre por cuenta y riesgo del buen entendedor “etiquetar” a los personajes. Algo tampoco del todo fácil, ya que el devenir de los hechos hace tambalear las convicciones más arraigadas. De lo que, por otro lado, el propio Fo dio muestras a lo largo de su extensa vida, cuestionando actitudes o decisiones de aquellos entornos o movimientos que en algún momento lo cobijaron.
El caso es que, frente a una inflación voraz, las mujeres deciden arrasar un supermercado y mandarse a mudar sin pagar. Como efecto colateral al hecho surge un conflicto moral, lo que las lleva a esconder lo robado, sobre todo de la vista de maridos bien apegados a la ley. Esa decisión será el detonante de una seguidilla de mentiras, cada una mayor a la precedente, y de enredos absurdos que obligan a los intérpretes a potenciar sus muecas en concordancia con sus cejas imposibles de lo grande y negras, y con la ampulosidad de sus gestos y movimientos, que a veces llegan al ridículo y al patetismo, como en el caso de los personajes que representan la autoridad (resueltos con un mismo actor).
La impotencia, producto de la injusticia, y viceversa, nos remite a una lucha donde los obreros siempre llevan la de perder y en la que incluso un policía o un gendarme pueden resultar víctimas/victimarios en el contexto de un callejón sin salida.
¿Y si nadie paga? va al grano y luego es todo crescendo, cooptando de una –en un buen sentido- al espectador. La ficción se rompe un par de veces e incluso se deslizan un par de chistes internos (“me voy a comer un pancho, a lo de mi amigo Molina”) y quejas encubiertas (como la que alude a no haber podido contratar más actores). Sin embargo, la atención hacia la fábula no corre riesgo. Pensada como farsa, sus personajes son todos imperfectos o duales. Es eso lo que los hace atractivos y/o entrañables, según el caso. Como en Lisístrata, quien junto a sus pares deciden una huelga de sexo para obligar al cese de la guerra, aquí también son las mujeres las que detonan el conflicto al decidir una huelga de pago, por decirlo de algún modo, y llevar todo hasta sus últimas consecuencias, sin importar la extravagancia de sus actos ni lo inverosímil de sus argumentos.
Aunque la escenografía, que refleja una cocina-comedor de un matrimonio obrero, no es atractiva (y no por la condición de sus ocupantes, sino porque aun retratando las limitaciones se puede evitar lo insulso), resulta funcional con su sistema de rueditas y permite jugar a las escondidas en un espacio por demás acotado, y reciclar aquella cocina-comedor en un paisaje exterior.
La adaptación ha incluido el cambio de título, llevando la afirmación original hacia una tentadora pregunta. Que el espectador seguramente terminará contestando con la afirmación original. Buscada o no, no deja de ser una buena idea.
Ficha:
¿Y si nadie paga?, adaptación de Non si paga, non si paga!, de Darío Fo, Franca Rame y Jacopo Fo. Dramaturgia y dirección: Fernando Mancuso. Elenco de Teatro de la Universidad Nacional de Cuyo. Intérpretes: Mayra Pécere de la Vega, Andrea Cichinelli, Jorge Tixeira, Francisco “Pancho” Molina, Martín Ferreyra y Sunchi Codoni o Polaka Merelo. Escenografía: Emilia Cazzola, Cristina Gómez y Lorena Baldín. Iluminación: Gonzalo Lorente. Producción y coordinación: Estefanía Montenegro. Sala: Teatrino (Nave Universitaria, España y Maza, Mendoza). Función del 10-10-2025.